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Sociedad

La Línea 144 contra la violencia machista desborda de pedidos de ayuda

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Recibe 300 llamados diarios. Y el año pasado tuvo un récord de 108 mil. Cómo es un día en la trastienda de este servicio de contención y prevención.

Son los días de conmoción por el femicidio de Úrsula Bahillo. Una vecina de Rojas llama para reportar la situación. Nada alcanza. El Estado recibe información de las víctimas de violencias, la Justicia registra las denuncias, los resortes institucionales tienen que activarse y actuar. Pero los femicidios continúan.

Fue una cifra récord desde su creación, en el año 2013, y estuvo potenciada por el encierro de las familias durante la cuarentena por la pandemia de coronavirus y la convivencia forzada 24 horas.

Cada asesinato resonante, cada denuncia pública, cada movilización del movimiento #Ni una menos repercute en la actividad de las 143 personas que trabajan de este lado del teléfono, en un piso de la avenida Paseo Colón que mira al atardecer de espaldas al Sol, apenas reflejado en dorados pálidos contra las torres de Puerto Madero.

"Estamos", dice el eslogan oficial, porque la línea intenta contener momentos de desorientación y soledad ante las violencias. Foto: Martín Bonetto.

“Estamos”, dice el eslogan oficial, porque la línea intenta contener momentos de desorientación y soledad ante las violencias. Foto: Martín Bonetto.

Crímenes como los de Úrsula Bahillo, de Lucía Pérez y de Micaela García sacuden este canal oficial adonde pueden acudir mujeres que necesitan ayuda. “Decimos que la línea 144 vibra al compás de los casos, de situaciones que provocan indignación colectiva”, señala Laurana Malacalza, subsecretaria de Abordaje Integral de las Violencias por Razones de Género.

Se oyen teclados agitados, conversaciones entre las operadoras para afinar respuestas, un intento por calmar a alguien que se comunica preocupada: “Quedate tranquila, eso tiene que resolverlo Desarrollo Social”, le prometen desde un silla ergonómica del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.

“Es importante que sepas que no se trata de una línea de emergencia. Para casos de riesgo, comunicate con el 911”, aclara un cartel en la página argentina.gob.ar/generos. Se busca mayor articulación entre una línea y otra.

No se trata de una línea de emergencia. Para casos de riesgo hay que llamar al 911. La línea 144 es para contención y asesoramiento jurídico.

Llama una mujer en voz muy baja. “¿Estás con el agresor cerca? No te expongas ahora. Necesitamos que te comuniques apenas te asegures que no te está escuchando, o escribinos por whatsapp 5491127716463 o al mail linea144@mingeneros.gob.ar”, le dice otra operadora. Busca evitar que si el recurso disponible es conseguirle una entrevista con una terapeuta o un lugar para denunciar, él la siga.

Indignación popular por el femicidio de Úrsula Bahillo en Rojas. Foto: Archivo Clarín.

Indignación popular por el femicidio de Úrsula Bahillo en Rojas. Foto: Archivo Clarín.

Los llamados son contestados por psicólogas, abogadas y trabajadoras sociales, entrenadas sobre los tonos adecuados para cada respuesta. Actúan orientadas por una guía de procedimientos basada en la normativa vigente y en recomendaciones de organismos internacionales y tienen a mano una lista de 8.350 teléfonos o datos de contacto con oficinas públicas e instituciones no gubernamentales que se ocupan del tema.

“Con la escucha atenta, buscamos darle un lugar al relato de la persona que sufre violencias, para que entienda que no está sola. Luego, le presentamos las acciones posibles, los caminos que tiene por delante para revertir una situación de inacción ante las agresiones, alimentada en la creencia de que no hay salida”, explica Daniela Villalba, psicóloga con años de experiencia en la atención directa y ahora asesora.

Es un día movido en la trastienda de la Línea 144. La ineficacia estatal y judicial ante las 18 denuncias que hizo Úrsula contra su agresor policía y su muerte evitable genera un fuerte rechazo social y una movilización ante el Palacio de Tribunales.

Llega un informe sobre las modalidades violentas que se escuchan por estos teléfonos, cuyo número aparece ploteado en trenes y colectivos y en las pantallas de televisión ante cada noticia sobre femicidios.

El 90 por ciento de las intervenciones en 2020 se debió a casos de violencia doméstica. En cuanto a los tipos de violencias, el 95 por ciento de las personas dijeron sufrir violencia psicológica por parte de su agresor. El 67 por ciento aseguró haber padecido violencia física.

El asesinato de Lucía Pérez, de 16 años, en 2016, aún sigue impune. En esos días, la línea de ayuda estalló de llamados. Foto: Archivo Clarín.

El asesinato de Lucía Pérez, de 16 años, en 2016, aún sigue impune. En esos días, la línea de ayuda estalló de llamados. Foto: Archivo Clarín.

Un 37 por ciento afirmó haber atravesado violencia económica y patrimonial; un 34 por ciento, violencia simbólica por relaciones asimétricas de poder; y un 13 por ciento, violencia sexual. En el 14 por ciento de los casos, el agresor usó un arma de fuego o un cuchillo.

Más datos: el 98 por ciento de las personas que se comunicaron con la Línea 144 fueron mujeres. De ellas, el 63 por ciento tienen entre 15 y 44 años. Hubo 677 embarazadas que pidieron ayuda. Y 767 mujeres con algún tipo de discapacidad.

Y uno también preocupante: 2.995 mujeres que llamaron tenían medidas de protección vigentes. Nada alcanza. Con perimetrales o alguna instancia oficial de cobertura, hay agresores que no se detienen, advierten las especialistas consultadas.

Horas críticas

Entre el turno tarde y el de la madrugada, la Línea 144 se puebla de historias. Sin dar nombres ni señalar situaciones concretas, por la discreción y confidencialidad que demandan estos casos, las operadoras cuentan momentos que las impactaron.

Las marchas contra la violencia de género son acompañadas por mayor conciencia social. Foto: Archivo Clarín.

Las marchas contra la violencia de género son acompañadas por mayor conciencia social. Foto: Archivo Clarín.

Catalina, Florencia, Nerina y Carolina hablan con Viva en las pequeñas pausas que dan los 300 llamados diarios, en los que ponen el oído a un vendaval de problemas:

 “A veces llama una docente que nos avisa: ‘Tengo una mamá golpeada, no le quise preguntar mucho pero, ¿qué se puede hacer?’. Y entonces la guiamos para que encare una ayuda efectiva.”

 “Cuando la actriz Thelma Fardin contó cuando fue violada, se produjo una suerte de desahogo colectivo. Llamaban mujeres muy grandes ya, que se animaban a contar por primera vez que habían sido abusadas 20, 30 o 40 años atrás. Una nos dijo: ‘Llevo años de silencio, no voy denunciar a nadie, simplemente llamo porque quiero que alguien más lo sepa’.”

 “En las relaciones de dominación, aparece enseguida el tema de los celos. Tratamos de explicarle a la mujer que eso suele ser señal de un ciclo de violencia mayor y que siempre tiene que estar en contacto con familiares o amigas, nunca aislarse. Cuando apenas pueden ir al almacén, comentan su situación y es probable que alguien la aliente a llamar al 144.”

 “En la pandemia, tuvimos que coordinar traslados de regreso a Buenos Aires desde Salta o de Neuquén de mujeres que habían sido llevadas a la fuerza por sus agresores para no ser denunciados.”

• “Hay mujeres que se sienten tan menospreciadas que llegan a decirnos: ‘Prefiero que me grite, pero no que me ignore, porque pasa días enteros sin hablarme y me hace sentir que no existo’. Sin presionarla, sin juzgarla, respetando su proceso interior, tratamos de hacerle entender que tiene que empoderarse para empezar a salir de esa situación. Le proponemos el fortalecimiento de su estima.”

• “Aún hoy, tenemos que ayudarlas a desterrar el mito del ‘amor romántico’ que sugiere que el amor todo lo puede, que es para toda la vida, que puede cambiar a las personas. Y les explicamos que cuando aparecen las manipulaciones y las prohibiciones (‘mejor, no trabajes’; ‘a ese lugar no vayas’; ‘no salgas así vestida’) pueden quedar atrapadas incluso por personas que suelen ser muy amables para el afuera, súper encantadoras.”

Voces

El director de la Línea 144 es un hombre, Esteban Buzzalino, abogado kirchnerista que relata una situación: “Había muchas dificultades en la recepción de llamadas, no eran atendidas en su totalidad. Para eso, pasamos del sistema ATD a IP, lo que mejoró la accesibilidad”.

El director de la línea 144, Esteban Buzzalino, la asesora Daniela Villalba y la subsecretaria de Abordaje Integral de las Violencias por Razones de Género, Laurana Malacalza. Foto: Martín Bonetto.

El director de la línea 144, Esteban Buzzalino, la asesora Daniela Villalba y la subsecretaria de Abordaje Integral de las Violencias por Razones de Género, Laurana Malacalza. Foto: Martín Bonetto.

Quiere decir que pasaron de la trama de cables de cobre que establecía la relación “un llamado-una persona”, a una línea digital que corre sobre Internet, la telefonía IP (Internet Protocol), que implica un mayor caudal de atención al público, porque cada línea permite ahora más llamadas en simultáneo, explicaron a Viva fuentes de Telecom.

Se contrataron 51 personas más a partir de esa modificación, para responder a tiempo las consultas requeridas, como parte del “Plan Nacional de Acción contra las violencias por Motivos de Género” que se extenderá hasta el año que viene.

La línea es gratuita, funciona las 24 horas, los 365 días del año, en todo el país. Atiende una persona, no un contestador automático o un robot. Y fue creada en el marco de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

Angustias compartidas

Escuchar durante horas historias de dolor impacta también en el ánimo de las operadoras, que suelen consultar a las dos psicólogas del equipo de salud mental de la línea. “Las estrategias de autocuidado son para afuera pero también para adentro. Somos seres humanos y podemos angustiarnos. La equipa nos ayuda mucho con sus charlas de apoyo a nuestra labor”, expresa Nerina, con una palabra en lenguaje inclusivo.

Daniela Villalba, la asesora, profundiza sobre las cuestiones emocionales que atraviesan a las mujeres que llaman al 144: “Sienten mucha vergüenza de contar lo que les pasa, piensan que nadie les va a creer, que necesitan pruebas o testigos, cuando no es así. Es un temor que viene envuelto por la cultura patriarcal. Callar por miedo a perder el sustento económico”.

“Necesitan de empatía, ser escuchadas. Puede que una mujer no esté expuesta a un riesgo inminente en su integridad física, pero sí a una situación de violencia psicológica crónica, de muchos años, que la deja arrasada. Cuando generamos un vínculo de confianza y la ayudamos a que vea su caso con perspectiva de género, las invade la sorpresa y la angustia”, relata Daniela.

Laurana Malacalza, la funcionaria, destaca que “es importante que se comuniquen con la línea, es una herramienta de cercanía con el Estado de las personas que están en una situación de violencia. Muchas no saben cómo hacer una denuncia policial, cómo iniciar un proceso judicial, hay desconcierto sobre eso, y aquí las ayudamos a orientarse”.

No hay tiempo límite para plantear una inquietud puntual, una consulta integral o una charla desde la intemperie de la soledad ante una situación familiar delicada. Hay comunicaciones que duran cinco minutos y otras, más de una hora, según la gravedad del planteo.

Si la operadora detecta que hay riesgo inminente, avisa al 911. Si no, plantea los caminos posibles a la mujer que le pide ayuda.

Hay días en que llaman los violentos. Quieren tantear la gravedad de la situación, medir las consecuencias de sus actos, retrucar versiones.

Escrache al policía Matías Martínez, ex pareja y femicida de Úrsula Bahillo, según la investigación judicial. Foto: Lucía Merle.

Escrache al policía Matías Martínez, ex pareja y femicida de Úrsula Bahillo, según la investigación judicial. Foto: Lucía Merle.

A veces lo hacen con criterios prácticos. “Llamó un hombre que tenía una denuncia de exclusión del hogar y su taller en la misma zona. Entonces, nos preguntó cómo era el procedimiento, porque necesitaba trabajar y no quería incumplir la medida que le habían impuesto”, cuentan de este lado.

A medianoche, el silencio de los teclados de estas oficinas de un quinto piso puede ser el prólogo de un llamado atormentado.

Lunes y viernes son los días pico para las llamadas al 144: “Algunas mujeres se deciden cerca del fin de semana. En el caso de los lunes, se puede hacer una analogía con las dietas: dicen por fin ‘basta, ahora sí termino con esto’. Y los viernes, es porque no quieren encontrarse con las puertas de una clínica, una institución o un juzgado cerradas sábado y domingo”.

Es cierto que lugares vitales no funcionan el fin de semana. Las respuestas oficiales se dilatan. Los botones antipánico no están disponibles, comisarías con poco personal y escasa formación en temas de género postergan la toma de denuncias. El grito de Úrsula no es escuchado. Y por eso la matan.

Instituciones vitales no funcionan el fin de semana y las respuestas oficiales se dilatan.

Tuiteó el presidente Alberto Fernández en febrero: “Recibí a Patricia y Adolfo, padres de Úrsula Bahillo, cuyo femicidio demostró hasta dónde la violencia machista penetra y anida en las instituciones del Estado […] Los femicidios son la expresión más cruenta de una sociedad machista con la que debemos terminar de una vez y para siempre”.

En lo que va del año, ya se produjeron más de 50 asesinatos de mujeres. Nada alcanza. Las instituciones tienen largas denominaciones y despliegues en sus organigramas, pero a veces llegan demasiado tarde para socorrer a las mujeres.

En los días de Úrsula, la periodista Marcela Ojeda, autora de un tuit que apuntaló la aparición del movimiento feminista Ni Una Menos, también tuiteó. Y fue clara: “Basta de gacetillismo, fotos a todo color, balances y la mar en coche. Hace 30 años, por el crimen de Alicia Muñiz, se creó la primera Comisaría de la Mujer. Hoy, ahora mismo, se excusaron de atender a una, ahora, víctima”.

En las oficinas de ayuda telefónica hay retratos de mujeres pioneras. Cecilia Grierson, Florentina Gómez Miranda, Alicia Moreau de Justo, Eva Perón. El presidente Fernández dijo en la apertura de las sesiones legislativas que se necesita una “política de Estado” para parar los femicidios y la violencia de género.

En la Línea 144 hay días que parecen tranquilos, sin acechanzas a la vista. Hasta que, de repente, los noticieros dan aviso de una joven desaparecida, tres mujeres son asesinadas, las redes gritan una consigna en mayúsculas: ‘NOS SIGUEN MATANDO’. Y el teléfono se vuelve a convulsionar.

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