Mas de 40 policías de grupos especiales para trasladar a un capo narco por plena ciudad

Dicen que cuando el capo narco peruano Fernando “Piti” Estrada Gonzáles (56) se entregó a las autoridades- el pasado 25 de abril- lo hizo para no seguir escondiéndose y con la esperanza de que la causa contra él prescribiera luego de estar 13 años prófugo.

Sea como fuera, esta mañana la Policía Federal lo entregó al Servicio Penitenciario Federal (SPF) y no quiso correr ningún riesgo: para llevarlo desde la sede de Drogas Peligrosas (avenida Belgrano 1630) a los tribunales de la calle Talcahuano, se montó un operativo listo para cualquier eventualidad.

Cuatro brigadas con móviles no identificables, media docena de motos del Grupo Operativo Motorizado (GOM) y unidades del Grupo de Apoyo Táctico (GAT) rodearon el camión de traslado que fue a la Unidad 28 del SPF en el Palacio de Tribunales, donde se hizo el pase de manos de uno de los narcos más peligrosos del país.

Fernando “Piti” Estrada Gonzáles, el capo narco peruano que manejaba el tráfico de drogas en la villa 1-11-14.

Al parecer, a través de su abogado, “Piti” pidió ser alojado en el Complejo Penitenciario II de Marcos Paz. Una explicación posible es que en la cárcel de Ezeiza está su histórico rival, Alionzo Rutillo Ramos Mariños (58), alias “Ruti”, y que en Devoto fue alojada toda la banda de Johnny Ray Arnao Quispe (40), alias “Pantro”, detenido a fines de 2021 como la persona que pretendía desbancar a los hermanos Estrada Gonzáles en la villa 1-11-14.

Los que pululan alrededor de “Piti” sostienen que ya no quiere más guerras. Al parecer tiene planeado instruirse: desde que se entregó, no se despega de su ejemplar de “Padre Rico, Padre Pobre“, un mega best seller internacional que es una especie de libro de autoayuda sobre cómo hacer inversiones.

Después de dos décadas dedicado al narcotráfico, dinero no le falta.

El libro que está leyendo el capo narco peruano Fernando “Piti” Estrada Gonzáles.

La historia de “Piti”

Más flaco, con el pelo aclarado y rulos. Totalmente distinto a las fotos que se habían conocido de él. Así se presentó el 25 de abril en el edificio de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) Fernando “Piti” Estrada Gonzáles, que tenía un pedido de captura vigente expedido por la Justicia federal en octubre de 2010.

“Piti”, quien manejaba buena parte del tráfico de drogas del Bajo Flores desde Lima, Perú, avisó el lunes 24 -vía su abogado, Juan Sánchez Ortiz- su intención de entregarse a las autoridades argentinas. Y horas después cumplió su promesa, ante la sorpresa de todo el mundo.

Estrada Gonzáles quedó inmediatamente detenido. Eso sí, aun es una incógnita cómo -con una circular roja de Interpol con su nombre – logró cruzar la frontera, circular por medio país y llegar al microcentro porteño. La otra opción, aun más escandalosa, es que haya llegado en un vuelo comercial y atravesado Migraciones sin que nadie se diera cuenta.

Los pasillos de la villa 1-11-14, en el Bajo Flores. Foto: Fernando de la Orden.

“Piti” estuvo 13 años prófugo. En ese tiempo pudo mantener casi intacta su estructura narco en la villa 1-11-14 del Bajo Flores junto con su hermano, el archiconocido Marco Estrada Gonzalez (60), alias “Marcos”, hoy en Perú luego de ser expulsado de la Argentina en 2022 tras ser condenado a 24 años de prisión.

Ahora, si tan exitosa era su vida y su negocio en la “clandestinidad”, ¿por qué se entregó?

Una explicación posible es que esté tratando de jugarse una carta legal, como la prescripción de la causa en su contra por el delito de narcotráfico. La otra es que se sintiera cercado luego de las recientes detenciones en Perú de su sobrino John Paul Revilla Estrada (alias “Burro”), el 16 de marzo pasado y de su socio Raúl Martín Maylli Rivera (alias “Dumbo”), en octubre de 2022.

Expulsión de Marco Estrada Gonzáles de Argentina.

Fernando “Piti” Estrada Gonzáles era uno de los prófugos más codiciados. Incluso varias veces una brigada especializada de Drogas Peligrosas de la Policía Federal viajó a Perú para tratar de ubicarlo. La última vez fue en marzo: junto con la policía antinarcóticos peruana (Dirandro) lo rastrearon hasta Arequipa, donde había sufrido un accidente de tránsito.

En esa oportunidad se les escapó por poco, pero lograron ubicar y capturar a su sobrino John Paul, conocido por haber sido expulsado dos veces del pais, Hasta Perú, viajaron detectives de Drogas Peligrosas de la PFA, que con la colaboración de la Policía Nacional de Perú lograron ubicarlo. “Burro” se movía en un auto rojo marca Honda, que dejaba en la vereda simulando ser un taxi.

Los policías esperaron que el sobrino de “Marcos” saliera a la calle y lo siguieron hasta una zona segura para concretar la detención. Cuando le preguntaron cómo se llamaba, respondió tranquilo: “Jhon Paul“. Y aclaró que en Perú no tenía ningún impedimento. Fue en ese instante que lo desayunaron con la alerta roja de Interpol que acababa de reactivarse.

El imperio de los hermanos Estrada Gonzáles comenzó a forjarse a base de tiros y muertos en los años ’90. Creció y se fortaleció hasta ocupar siete hectáreas en la villa 1-11-14 del Bajo Flores. Su poder se cimentó con homicidios.

A “Piti” lo detuvieron por uno de esos homicidios y pasó varios años en la cárcel. Tras cumplir la condena por el crimen de Antonio Eusebio Gallardo -ocurrido el 11 de junio de 1998 en inmediaciones del complejo edilicio denominado Barrio Rivadavia II de esta ciudad–, frente a la manzana 24 de la villa 1-11-14, siguió manejando el negocio de la droga en libertad, hasta que quedó prófugo.

Jhon Paul Revilla Estrada, sobrino del capo narco Marco Estrada Gonzáles, detenido en Perú

Su principal socio, con el cual no siempre tuvo un buen vinculo, fue su hermano “Marcos” , con quien se dividió el comercio de cocaína, pasta base y marihuana en un sistema de turnos rotativos.

Hoy la banda parece pasar por su peor momento, con sus principales referentes muertos o detenidos. De todos ellos, “Piti” era el pez más gordo que quedaba por caer. Ahora quedó a disposición del juez Ariel Lijo y el fiscal Eduardo Taiano, quienes seguramente en los próximos días lo llamarán a indagatoria, un acto que la Justicia viene preparando desde hace más de una década.