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Las luchas de Evelina Cabrera: vivió en la calle, pelea por la igualdad en el fútbol y fue reconocida por la ONU y la BBC

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Superó miles de obstáculos y se convirtió en una self made woman que asombra en el mundo con su tenacidad para cambiar las realidades de su gente.

 

Cuando era chica, Evelina Cabrera creyó que no iba a tener futuro. Estaba sesgada por los prejuicios que la sociedad le había impuesto sobre sus orígenes. Pero pudo transformar lo que eran sus “debilidades”, el ser “mujer, negra y pobre”, en su mayor fortaleza.

Construyó su camino al gambetear la vulnerabilidad social y la marginalidad. Al descubrir el fútbol se negó a estar en off-side por ser mujer: así llegó a jugar de forma profesional, se convirtió en entrenadora y fundó AFFAR (Asociación Argentina de Fútbol Femenino) para brindarle a las jugadoras, a través del deporte, herramientas para mejorar su calidad de vida.

Por su perseverancia y lucha por la igualdad de género fue elegida por la BBC como una de las mujeres más influyentes del mundo en 2020 y a recibir la ovación en las Naciones Unidas.

Infancia. Evelina (izquierda) vivió desde los 12 años hasta los 17 en las calles de Tigre. Salió adelante. Fuente: Instagram.

Infancia. Evelina (izquierda) vivió desde los 12 años hasta los 17 en las calles de Tigre. Salió adelante. Fuente: Instagram.

Nacida en Virreyes, San Fernando, desde sus 12 años hasta los 17 vivió en las calles de Don Torcuato, Tigre. “Me iba de casa como un acto para llamar la atención cuando mis papás se separaron. Como nadie se daba cuenta de mi ausencia me terminé instalando en la plaza de la escuela”, contó la mujer de 34 años.

Entre la intemperie y los techos ocasionales, cuenta, “lo peor era la mirada del otro, la ignorancia”. Le siguió pesando incluso hasta hace cuatro años, cuando se animó a ir por primera vez a un restaurante sin sentir vergüenza. Con dolor aprendió a revertir la lógica: usó cada “no” como motivador. 

Siempre se las rebuscó trabajando: cuidó autos, entregó volantes, tuvo un puesto en La Salada y fue empleada en un astillero. Uno de esos oficios la condujo, de casualidad, al fútbol.

Reconocimiento. Evelina Cabrera fue invitada por la ONU a la sede de Nueva York para cerrar el Foro de la Juventud del Consejo Económico y Social.

Reconocimiento. Evelina Cabrera fue invitada por la ONU a la sede de Nueva York para cerrar el Foro de la Juventud del Consejo Económico y Social.

Nunca me gustó el fútbol. En realidad, ningún deporte porque no me lo habían inculcado de chica. Lo que quería era un grupo de pertenencia, lo encontré en el fútbol, pero podría haber sido otra actividad”, sentenció.

Cuando era tesorera en un resto-bar, una compañera le habló del equipo que tenía con sus amigas y ella, sin rodeos, se auto-invitó. Sin embargo, terminaron echándola con un escueto “¡Andate!” por haberles propuesto entrenar (ellas solo lo hacían por diversión). Poco después se enteraría que ese “fracaso” le abrió otras puertas.

Se paró durante días en la puerta del profesorado de Gimnasia y juntó a varias desconocidas: les propuso entrenar tres semanas para un próximo campeonato. “Quería demostrarles que con esfuerzo y constancia podíamos mejorar”, recordó. Y así salieron campeonas.

Postal. Evelina Cabrera gambeteando en el Club Atlético Platense, el último equipo donde fue jugadora. Fuente: Instagram.

Postal. Evelina Cabrera gambeteando en el Club Atlético Platense, el último equipo donde fue jugadora. Fuente: Instagram.

Para Evelina ese triunfo fue más que una copa amateur: descubrió su pasión. Al tiempo, tuvo la oportunidad de entrar en el Club Atlético Platense.

“Pero fue frustrante: el médico me indicó que dejara de jugar. Me había salido un tumor benigno y tenía elevada la hormona prolactina. Fue por el alto rendimiento… es que venía sin cuidarme, con excesos de todo tipo”, rememoró.

Como pudo se reinventó. Agarró una computadora, abrió el accesible programa Paint y creó su folleto de entrenadora de fútbol. En ese entonces no había nadie que se dedicara al fútbol en Tigre. “Usaba a mi sobrina de actriz. Cuando pasaba alguien la ponía a correr. Así empezó a venir más gente”, relató risueña.

Ahí fue cuando se dio cuenta de que había alumnas que no podían pagar la cuota y pensó: “No quería hacer lo que me hacía el sistema”.

Por su hambre de gol, decidió fundar AFFAR –que ahora preside– para ayudar a otras jugadoras a gambetear su destino. Desde hace tres años fueron admitidas dentro de la AFA.

El fútbol fue la excusa para llegar a esa instancia social

Evelina Cabrera

PRESIDENTA DE AFFAR (ASOCIACIÓN ARGENTINA DE FÚTBOL FEMENINO)

Su finalidad es “mostrar que sí”. “Buscamos darle herramientas a las jugadoras para que se formen, estudien, puedan hacerse un apto médico, tengan un espacio para recurrir si sufren violencia, que aprendan de Educación Sexual”, explicó.

Como mujer no fue fácil, sobre todo el principio. Tuvo que cortarse el pelo corto y vestir ropa holgada para que los hombres la escucharan: “Solo pensaban en levantarme”. Además, muchos clubes no las recibían por no pertenecer a la AFA. Con el paso tiempo y las alianzas con organizaciones sociales ganaron notoriedad.

En 2020 publicó su primer libro "Alta negra", donde cuenta su vida y detalla su lucha por la igualdad.

En 2020 publicó su primer libro “Alta negra”, donde cuenta su vida y detalla su lucha por la igualdad.

Todas eran bienvenidas porque para Evelina “el fútbol no tiene raza, religión, género ni clase social”. De hecho, entrenó a chicas del penal N°47 de San Martín y creó “Las Romanas”, el primer equipo de jugadoras ciegas de Buenos Aires.

Parece haber vivido mil vidas, por eso decidió relatar sus andanzas en su autobiografía “Alta negra”. Detalló: “Fue muy duro escribirlo y revivir cada experiencia. Lo llamé así porque a las personas de ciertos sectores las etiquetan como ‘negra o negro de mierda‘ que no pueden aspirar a nada en la vida. Entonces soy altanera por no rescindirme a tener derechos“.

Evelina está en los ojos del mundo. Fue elegida por la BBC como una de las 100 mujeres más influyentes e inspiradoras del 2020 a nivel internacional. Ya la revista británica The Economist la había elegido como “Change maker” (“Transformadora Social”) y brindó dos discursos en las Naciones Unidas: en la cumbre Mujeres W20 de Argentina y en la sede de Nueva York.

Evelina Cabrera tiene unos laureles tatuados en las clavículas, una simbología para apropiarse de sus logros.

Evelina Cabrera tiene unos laureles tatuados en las clavículas, una simbología para apropiarse de sus logros.

Pero estos prestigiosos reconocimientos, afirmó, reflejan que “no serás profeta en tu tierra”. “Esperé que mis colegas me felicitaran y no pasó. Me dolió”, confesó.

Su mayor reconocimiento, expresó con lágrimas, es “de la gente que la rodea”. Cuando escucha a su papá decir “Soy el papá de Eve”; cuando quiere tirar la toalla, pero su mamá la alienta diciéndole “Si fueses monaguillo estarías en el Vaticano”; cuando una jugadora le afirma que empieza a estudiar; o cada vez que una nena –víctima de bullying– le expresa “Ahora soy alta negra como vos”.

No descansa en los laureles, como los que lleva tatuados en las clavículas, sigue formándose: hace coaching ontológico; sabe de Mindfulness y de Management y Marketing Deportivo; y ahora estudia inglés y lenguaje de señas –”el verdadero lenguaje inclusivo”, opinó–.

Su celular no para de sonar: siempre está atenta para resolver urgencias, desde la falta de agua en un club hasta la gestión de las mamografías gratuitas. “El fútbol fue siempre la excusa para llegar a esa instancia social”, sentenció Evelina, quien construyó el sistema que ella no tuvo.

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