En el fallo de la Corte de 2009 “se exigió al Congreso Nacional que sancione una normativa destinada” a hacer cumplir el cese de la persecución penal por consumo”, pero hasta el momento, el Poder Legislativo “no ha avanzado en la sanción de una norma en tal sentido, configurando ello una deuda improrrogable de nuestro sistema democrático”.

Lo más cuestionable es que esa falencia persiste “a pesar de los cuantiosos proyectos presentados por diversas bancadas partidarias”, durante los últimos dos gobiernos nacionales. Además de decenas de recomendaciones de organismos nacionales e internacionales a favor de la despenalización de conductas asociadas al consumo, y de “trabajos doctrinarios que demuestran la ineficacia de dichos abordajes”.

Los responsables del estudio recomiendan la despenalización de los usuarios de drogas y la aplicación de “políticas educativas, de salud, desarrollo social y reducción de daños”, en lugar de las actuales “políticas represivas”. Al mismo tiempo, plantean la necesidad de ir “avanzando hacia modelos regulatorios de las sustancias”, en concordancia con el acuerdo por la Regulación Legal del Cannabis, presentado este mes por 21 organizaciones cannábicas, de derechos humanos, ciencias sociales, educación y salud mental.

Mediante ese cambio de paradigma “no sólo se ahorrarían cuantiosos recursos públicos, sino que, incluso, podrían generarse considerables ingresos en licencias, tributación y puestos laborales”, a la vez que “las fuerzas de seguridad, fiscalías y juzgados podrían poner sus esfuerzos y presupuestos en la persecución de crímenes que representen un verdadero grado de lesividad para con la sociedad”. Esta sería la opción correcta, en lugar de “dilapidarlos (a los recursos) en la persecución y sanción de conductas que hacen a la libertad, privacidad, autodeterminación y soberanía personal” de los consumidores.