Desde hace varias semanas están encendidas las alarmas en el sector agropecuario por un posible aumento de las retenciones a las exportaciones que podría instrumentar el gobierno de Alberto Fernández a partir del 10 de diciembre próximo. En todo este tiempo las entidades que representan a los productores, y funcionarios nacionales y provinciales, expresaron su rechazo a un aumento de la presión impositiva al campo, y además, presentaron datos que demuestran el efecto negativo de la misma en la rentabilidad de la producción.
Durante esta semana, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, en su recorrida por la ciudad de Río Cuarto para firmar un acuerdo para el mejoramiento de los caminos rurales, pidió “cuidar al campo” porque considera que tiene un importante rol en la economía nacional.
Por otro lado, Luis Miguel Etchevehere, ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, aseguró que aumentar las retenciones “perjudicaría a la producción” y recordó que cuando se implementó una baja de dicho impuesto aumentó la producción y el empleo.
A su vez, el ministro de Agricultura y Ganadería de Córdoba, Sergio Busso, dijo en declaraciones a medios provinciales: “En una Argentina donde no sobran los dólares y faltan recursos, es necesario tener el campo jugando un papel fundamental de inversión, mayor desarrollo y crecimiento. Es fundamental tener reglas de juego claras, previsibles y de esa manera el campo va a seguir apostando y produciendo”
Desde las entidades de productores también expresaron su preocupación por las versiones que circulan sobre las medidas agropecuarias que implementaría el presidente electo Alberto Fernández. En las últimas horas, los integrantes de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) aseguraron en un comunicado, “las retenciones son un impuesto nefasto, porque destruyen la posibilidad de financiar procesos de agregado de valor en origen”. Y agregaron: “Siempre estuvimos en contra de este impuesto, ahora y siempre, e inclusive cuando el gobierno de Macri las reinstauró para toda la exportación, no solo para lo agropecuario. Y ahí utilizamos el término de traidor, pues no cumplió su palabra con el campo”.
Además, la entidad que preside Dardo Chiesa recordó que en la actualidad el Estado se queda con un 62% de la facturación del cultivo de soja, y un 55% de lo que produce la agricultura en su conjunto si se tiene en cuenta a los gobiernos nacional, provincial y municipal. Por otro lado, las retenciones significan el 53% de los impuestos que recaen sobre la producción agrícola. Para CRA, este año la recaudación por retenciones alcanzaría los 6.700 millones de dólares, un 70% de aumento en comparación con el año pasado. El 62% del total aportado proviene de la soja.
Impacto de las retenciones
Marianela De Emilio, del INTA Las Rosas, elaboró un informe donde sostiene que el sector agropecuario con reglas comerciales claras, “provoca un aumento de las producciones de maíz y trigo, y además incentiva avanzar sobre las prácticas de manejo tendientes a tener la tierra ocupada todo el año y a la rotación de cultivos, versus el desierto pampeano que muestra la foto de soja de primera”, dijo.
“Muchas veces no hay coherencia entre lo dicho y lo hecho. Ante un contexto social complejo, en el que la desinversión es lo primero que se practica ante la falta de liquidez, volver a viejas recetas recaudatorias, como las retenciones, sin criterio agronómico, financiero ni comercial, se traduce en un suicidio al potencial productivo argentino y al ingreso de divisas que el mismo genera”, manifestó la especialista.
Además, realizó proyecciones en base a los precios disponibles con el actual nivel de retenciones, que aproximadamente son del 7% al trigo y maíz, y de un 25% a la soja, y donde se observa que con las actuales condiciones, “se hace inviable el trigo a más de 200 kilómetros y el maíz a más de 300 kilómetros del puerto, lo que se traduce en alternativas que dejarían de existir con pequeños retoques de precios, sea por bajas de precios internacionales o por suba de retenciones”.
Por otro lado, el informe mostró que desde la campaña 2007/2008 hasta la 2015/2016, la superficie sembrada con soja y maíz aumentó un 20%, mientras la de trigo se redujo un 34%, pero sin embargo, desde la campaña 15/16 hasta la 18/19, donde la retención al maíz y el trigo fue del 0%, la superficie de siembra de soja se redujo en 12%, mientras la siembra de maíz y trigo sumo 56% y 72% respectivamente.
Si se traduce esto a toneladas cosechadas, el volumen de producción total de zona entre la 07/08 y la 15/16 subió casi 17%, mientras el de maíz subió el 33% y el de trigo bajó 32%, alcanzando este último volúmenes mínimos en décadas. Lo contrario ocurrió entre la 15/16 y la 18/19, donde el volumen cosechado de soja no se modificó, mientras el de maíz y trigo subió más de 71% y 84% respectivamente, este último logrando cuatro cosechas récord consecutivas.
Por último, el estudio contempla la cosecha total de los tres principales cultivos, donde se registró un aumento de la producción entre la 2007/2008 y 2015/2016 de 10 millones de toneladas, pasando de 84 a 94 millones de toneladas, mientras de la 15/16 a la 18/19 el aumento fue de casi 30 millones de toneladas, pasando de 94 a 123 millones de toneladas. “Todo esto ocurrió en un contexto de precios bajos para los tres cultivos, lo que muestra a las claras que, a pesar de los bajos precios internacionales, a nivel local se lograban precios que permitían recuperar la inversión y obtener ganancias”, destacó el informe.