De eso hablaron el viernes Sergio Massa y Gustavo Bordet, que se encamina hacia una segura y relevante victoria el próximo 9 de junio, en vísperas de la conformación de las alianzas nacionales y los cierres de listas.
Massa conversó antes del fin de semana un rato largo por teléfono con Schiaretti.Incluso intercambiaron después mensajes de WhatsApp. La victoria aplastante del actual gobernador le dio anoche una bocanada de aire fresco al PJ federal, que hasta ahora no supo -o no pudo- encontrar su propia identidad ni quebrar la polarización entre el Gobierno y Cristina Kirchner.
“Los cordobeses queremos la moderación, no queremos la grieta que tanto daño hace a la Argentina y que algunos piensan que puede servir para ganar elecciones”, dijo anoche el dirigente peronista.
Massa fue el primero en felicitarlo por teléfono, cerca de las 20. Hizo lo propio con su amigo Martín Llaryora, el nuevo intendente de la capital, la verdadera hazaña del “schiarettismo“. Con el ex intendente de Tigre quedó en volver a hablar en las próximas horas, según confiaron en su entorno. Roberto Lavagna, Juan Manuel Urtubey y Miguel Ángel Pichettose comunicaron con el correr de la noche.
Bordet es, según fuentes de Alternativa Federal, otro de los gobernadores que podría -“y debería”, subrayan- tomar un rol preponderante.
Apuestan, además, a que la victoria de Schiaretti incentive a otros gobernadores como Sergio Casas, Hugo Passalacqua, Juan Manzur o Sergio Uñac que todavía vacilan con la polarización y la centralidad de Cristina Kirchner.
Este domingo había, además, empresarios de primerísima línea desencantados con Mauricio Macri y resignados con la eventual candidatura de la ex Presidente. Son los que fogonearon durante el verano la postulación de Lavagna y que vieron como el ex ministro dedicó buena parte de su tiempo a imponer condiciones y desacreditar una gran interna en el peronismo anti K.
“Este triunfo lastima también ese deseo de Roberto de imponer el dedo“, decía anoche un dirigente de ese espacio. “Igual hay que cuidarlo: es un importante activo electoral”, agregaba.
En los próximos días, Lavagna deberá definir su rol: si confirma su candidatura presidencial y si se somete a la interna del PJ junto a dirigentes como Massa y Urtubey. Si eso sucede, el ex ministro deberá encontrar la manera de explicarlo. Hasta ahora había sostenido lo contrario.
El triunfo de Schiaretti funciona en ese sentido como un ultimátum para el ex ministro de Néstor Kirchner.
En Córdoba, por ejemplo, el economista ya no tiene la popularidad de antes. En el 2007 fue la única provincia que le dio un triunfo en las elecciones presidenciales en las que compitió junto a Gerardo Morales y en las que se quedó con un cómodo tercer lugar. Los números provinciales que analizan en la gobernación lo ubican hoy apenas por encima de los 10 puntos, y con una muy leve ventaja sobre Massa.
El gobierno nacional tiene, por su parte, un serio problema si Schiaretti toma definitivamente el rol de ordenador e impone a algunos de los candidatos del PJ no K. Córdoba es la segunda provincia más incidente en términos electorales detrás de Buenos Aires: en 2015, Macri sacó, en el ballotage frente a Daniel Scioli, el 71,5% de los votos.
Los gestos de Cristina Kirchner –bajó a su candidato y Aníbal Fernández, que de nuevo adhiere al campamento K, deseó en los últimos días la reelección del gobernador- no logran torcer de todos modos el desprecio íntimo que el mandatario siente por ella.
El vínculo entre las administraciones del fallecido José Manuel de la Sota y del reelecto mandatario y el kirchnerismo solo sumó tropiezos en los últimos años. La huelga policial de 2013 en el distrito lo agudizó. Insalvable. El sentimiento antikirchnerista todavía es fuerte en toda la provincia.
Macri, que sintió la ruptura de Cambiemos en esta provincia, tomó nota de la elección de este domingo. La relación entre el gobernador y el Presidente estuvo siempre atravesada por una cordialidad especial, aunque hubo una serie de cortocircuitos en los últimos tiempos. El último, tras el verano: el Jefe de Estado enfureció con Schiaretti por un tema tarifario. “Está claro que los cordobeses no votan lo mismo en lo provincial que en lo nacional”, explicó este domingo Marcos Peña en el reportaje que le concedió al diario Perfil.
El análisis electoral es complejo para la Casa Rosada. Schiaretti arrasó incluso en ciudades como La Falda, Cosquín y Marcos Juárez. Esta última intendencia fue el primer rincón del país que hizo debutar a la alianza entre el PRO y la UCR, en el 2014. El año pasado, Pedro Dellarossa, el candidato del Gobierno, retuvo el municipio. Negri y Mestre perdieron anoche con comodidad.
Entrada la noche, la militancia de Hacemos por Córdoba dedicaba parte de su repertorio a Macri: “Y ya lo ve, es para Macri que lo mira por TV”, entonaban.
Cambiemos suma en esta provincia, desde este lunes, un puñado de tensiones que atraviesan a la coalición de punta a punta. ¿Quién ordena a Cambiemos? ¿Cómo impacta en la convención radical de fin de mes?
Schiaretti, por el contrario, coronó su proyecto político: arrasó a nivel provincial, avanzó sobre la capital y se quedó con casi el 80% de la Legislatura.
El gobernador tiene vía libre para hacer y deshacer. Massa, Urtubey, Lavagna y un puñado de gobernadores esperan que, con el PJ no K, haga algo similar.