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Tiene parálisis cerebral y le dijeron que no podría ni hablar: acaba de ingresar con los más altos honores a la universidad

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Johanna Mena terminó la secundaria en Ramos Mejía con el mejor promedio y en 2021 empezó a estudiar Nutrición. Qué dice hoy del bullying que sufrió desde siempre en la escuela.

Johanna Belén Mena tiene 20 años, es de La Matanza y entró a la UNLaM con el mejor promedio de su clase. Un muy buen rendimiento, que se hace extraordinario si se tiene en cuenta que cuando tenía seis meses de vida le diagnosticaron parálisis cerebral, a partir de un cuadro respiratorio, y los médicos le dijeron a sus padres, con crudeza: “Su hija va a ser un vegetal“. Con los años, Johanna demostró que estaban equivocados.

La joven es fanática de Abel Pintos, se apasiona con la lectura y con el estudio desde muy chica. Pero eso no le evitó dificultades en la escuela. Durante su paso por la primaria y la secundaria, soportó bullying de sus compañeros y hasta de sus padres. “Simplemente por tener una capacidad motora distinta al resto“, sintetiza sentada en la silla de ruedas que la acompaña desde muy pequeña.

“Mis compañeros me decían nerda, murmuraban a mis espaldas, me dejaban sola y hacían chistes sobre mi discapacidad. Una mamá le decía a su hijo que no se juntara conmigo y hacía lo posible por separarme del grupo, era “’discafóbica’”. También mis compañeros se reían de mí cuando les decía que quería estudiar nutrición”, rememora Johana sobre una de las tantas dificultades que tuvo que enfrentar en su todavía corta vida.

"Mis compañeros se reían de mí cuando les decía que quería estudiar nutrición y les demostré que yo puedo", dice Johanna, que estudia en la Universidad de La Mataanza.

“Mis compañeros se reían de mí cuando les decía que quería estudiar nutrición y les demostré que yo puedo”, dice Johanna, que estudia en la Universidad de La Mataanza.

Johanna iba a la Escuela Media N°6 “José Luis Bogado” de Ramos Mejía, donde en paralelo a las burlas, hizo la carrera de una alumna ejemplar según sus profesores. Pero más allá de su excelente rendimiento académico, cuenta que muchas veces llegó a dudar en ir a clase, debido a los malos tratos que sufría por parte de sus pares.

La joven recuerda ese periodo de su vida como algo muy doloroso pero también, como un aprendizaje que la ayudó a crecer y a ser más fuerte. Y ahora está cumpliendo aquel sueño en la Licenciatura en Nutrición de la Universidad de la Matanza.

“El día de mañana quiero tatuarme la palabra ‘Resiliencia”, dice en referencia a un concepto que alude a la capacidad de sobreponerse a situaciones traumáticas y concretar igualmente los proyectos.

“Cuando cuento sobre el bullying que me hacían mis compañeros, me dicen “ya les va a volver” y yo les digo que no, que ojalá que nadie les haga lo que me hicieron a mi. Aunque a la vez, sufrirlo me demostró que podía superar muchas cosas y seguir. Así es la vida, y no sólo para el que tiene una discapacidad”, sostiene Johanna, quien no sólo sabe muy bien de lo que habla, sino que luego de tratarse en la niñez con una fonoaudióloga, logra hacerse entender perfectamente.

Johanna se quiere tatuar "Resiliencia",  en referencia a la capacidad por superar obstáculos que le permitió avanzar hacia sus objetivos.

Johanna se quiere tatuar “Resiliencia”, en referencia a la capacidad por superar obstáculos que le permitió avanzar hacia sus objetivos.

A la flamante estudiante universitaria le diagnosticaron un cuadro respiratorio de bronquiolitis cuando tenía seis meses de vida y en ese momento detectaron que en su desarrollo evolutivo no se comportaba como cualquier bebé, ya que su cabeza se inclinaba hacia el costado y no respondía a determinados estímulos.

La derivaron al “Garrahan”, el reconocido hospital pediátrico porteño, y al realizarle un estudio de alta complejidad descubrieron que la beba padecía una parálisis cerebral que afectaba a sus piernas y brazos.

“A mis papás les dijeron que iba a ser un vegetal y que yo nunca iba a ser consciente de lo que les decía; pero ellos se daban cuenta que yo les hablaba cosas lógicas. Si bien les recomendaban que me mandaran a una escuela especial, con autorización de otro doctor apostaron a que asista a una escuela tradicional”, relata Johanna.

A Johanna le gusta leer Borges y Cortázar. Logró ingresar a la Universidad de La Matanza con un promedio de 8,97.

A Johanna le gusta leer Borges y Cortázar. Logró ingresar a la Universidad de La Matanza con un promedio de 8,97.

Cuando comenzó a crecer, la pequeña no tardó en notar que los demás chicos podían caminar y ella no. Y entre tantas dudas, le pidió a su madre que le explicara el motivo por el que no podía correr igual que todos.

Mónica Dávila, su mamá, recordará el día que le hizo esa pregunta toda su vida. De alguna manera se había estado preparando para responderla. Lo primero, para ella, fue enfrentar la situación, como tendría que hacer su hija.

“Me costó cuando me enteré, lo sufri y lloré porque no sabía cómo iba a vivir ella esta situación -cuenta-. No sabía cómo enfrentar todo porque para mí era un mundo nuevo, pero me dije a mí misma que iba a poder. Una terapeuta de Joha me dijo que si miraba para los costados iba a haber gente que me iba a mirar raro y yo era la que iba a decidir si me quedaba en mi casa o seguía hacia adelante, y así fue”. Acaso, el mejor ejemplo para su pequeña.​

“Me costó cuando me enteré, lo sufri y llore porque no sabía cómo iba a vivir la situación. No sabía cómo enfrentar todo porque para mí era un mundo nuevo, pero me dije a mí misma que iba a poder. Una terapeuta de Joha me dijo que si miraba para los costado iba a ver haber gente me iba a mirar raro y yo era la que iba a decidir si me quedaba en mi casa o seguía hacia adelante, y así fue.”, recordó Mónica Davila, la madre de Johanna.

Johanna es una fiel lectora de ,los grandes escritores argentinos, como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Además, desde que leyó “Arde la vida”, de Magalí Tajes, no se pierde uno solo de sus libros y los videos que la conocida influencer argentina comparte en las redes, desde donde se hizo famosa. De hecho, empezó ella también a subir videos y mensajes en Instagram para motivar a la gente a que cumplan su sueños.

Ya estudiante universitaria, aquella beba de seis meses a la que los médicos no le veían posibilidades, no duda: “Si se quiere se puede, y si no se puede se sigue igual”.

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