Como en otras investigaciones en danza –como el caso de espionaje que tramita en Dolores, donde el fiscal Juan Bidone está procesado por búsquedas de información de Migraciones que le daba al falso abogado Marcelo D’Alessio- todo hace pensar que el tipo de información rastreada es útil para aprietes y a veces armado de causas. Saber, por ejemplo, con qué frecuencia viaja un juez o jueza o funcionarios, con quién lo hace, en qué períodos. Son todos datos sensibles sobre su vida privada y su nivel de gastos. Todavía no está claro el nivel de coordinación de las operaciones en estudio, aunque sí el modus operandi reiterado.

En relación a los dos hombres de Lilita Carrió en la AFIP, sus nombres ya habían sonado en Comodoro Py cuando, por ejemplo, el ex titular del organismo, Ricardo Echegaray, los vinculó con causas en su contra. El ex titular de la DGI, Angel Toninelli, había denunciado a Sosa por falso testimonio, a raíz de que lo involucró en la supuesta protección a Lázaro Báez. La AFIP, en el esquema que tuvo durante el Gobierno de Mauricio Macri, está en el centro de las sospechas por varios tipos de operaciones, como las que apuntaron a los dueños de los medios del Grupo Indalo, Cristóbal López y Fabián De Sousa.