El embajador, uno de los mayores expertos mundiales en el tema atómico, tendrá que lidiar con las tensiones en Irán y Corea del Norte, así como las posibles carreras de armas entre EEUU, China y Rusia.
El embajador Rafael Grossi alcanzó este martes el desafío para el que se preparó toda su carrera. Luego de tres décadas de experiencia diplomática, con visitas a instalaciones atómicas de Irán y Corea del Norte, y un papel clave para los avances hacia la desnuclearización, logró el consenso de las potencias para ser elegido como nuevo director general de la agencia nuclear ONU.
Abogado de formación, apenas se graduó con medalla de plata del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) en la primera camada de la presente democracia argentina, todavía en la Guerra Fría, fue seleccionado para formarse y conocer de cerca la tecnología nuclear de INVAP, en Bariloche, un viaje que lo marcó de por vida. A su regreso, trabajó con Roberto García Moritán, quien se convertiría en uno de sus mayores mentores en el área nuclear de Cancillería.
Su currículum muestra su idoneidad para el cargo. Entre 1997 y 2000 presidió el Grupo de Expertos Gubernamentales de las Naciones Unidas sobre el Registro Internacional de Armas. Posteriormente, fue asesor del Subsecretario General de las Naciones Unidas en materia de Desarme, y fue titular del Grupo de Países Suministradores Nucleares. Ya en el OIEA, se desempeñó como jefe de gabinete y vicedirector de Yukiya Amano, japonés que dirigió el organismo desde 2009 hasta hace su muerte, ocurrida unos meses.
En 2015 anunció su primer intento por ser elegido director general. Ese año, la tradición indicaba que Amano dejaría el cargo tras dos períodos y el argentino sonaba como su sucesor natural. Sin embargo, la intención del director de mantenerse en el cargo mermó su candidatura. Fuentes de cancillería comentaron a Infobae que la entonces canciller, Susana Malcorra, concentró los esfuerzos diplomáticos argentinos en su búsqueda de llegar a la Secretaría General de la ONU, lo que dejó a Grossi con escasas posibilidades.
Esa experiencia no borró el objetivo de su mente. “Rafael venía alistándose desde 2016 para esta votación”, destacó Fabián Calle, director académico del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), especialista en Defensa por la National Defense University of Washington y amigo cercano de Grossi, en referencia a la campaña internacional que hizo para asegurar los apoyos. “Estuvo trabajando mucho en armar la coalición que lo llevó a ganar la elección. Hay una muy buena sintonía especialmente con Estados Unidos, Francia, Brasil, así como con el canciller Faurie y el gobierno de Mauricio Macri”, añadió. Washington y Brasilia manifestaron abiertamente su respaldo en las últimas semanas.
Los años de espera se acortaron ante el inesperado fallecimiento de Amano, que precipitó un adelanto de las elecciones.
No obstante, saltó a las portadas a fines de 2017 con una intervención clave en la búsqueda del submarino ARA San Juan. Tras conocer la desaparición, por iniciativa propia se contactó con la red internacional de monitoreo de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (el pacto que controla que no haya ensayos nucleares, basado en Viena), para que rastreen la zona con sus estaciones sismológicas e hidroacústicas.
Así, captaron el “evento anómalo consistente con una explosión” en el mar que permitió dar con la ubicación del sumergible. “Aquella experiencia fue movilizante y tremendamente emocionante”, recordó en una entrevista.
Su tarea al frente del OIEA asoma como más ardua que la de su predecesor. “Estos cargos tienen mucho que ver con el período que te toca, en cuanto al contexto internacional. si los rusos y EEUU se llevan bien, si hay tensiones. A Amano le tocó un período con un Barack Obama de retórica más moderada, sin tensiones grandes y abiertas con China. A Rafael le toca un período más áspero, con el acuerdo de Irán caído, con la disputa abierta entre Washington y Beijing y las tensiones con Rusia”, explicó.
Sin embargo, Calle confía en las habilidades de Grossi, principalmente por su experiencia: “Es un negociador nato, ha trabajado toda su vida en organismos internacionales, con un permanente juego cruzado, de alianzas cambiantes. Su instinto natural es hablar, negociar, articular. Más allá de sus dotes, cuenta con toda esa gimnasia de los últimos 30 años que le sirvió mucho en esta elección. Todos ven que tiene dotes conciliadores y no se casa con ninguna postura. En privado tenía su opinión, pero nunca fue abanderado de una potencia”.
Por su parte, Peter Jenkins, ex embajador británico ante el OIEA, comentó a Infobae que en la comunidad diplomática “hay un reconocimiento generalizado de su experiencia en materia de control de armamentos y no proliferación, de sus dotes intelectuales y de su encanto personal”. Si bien el rumano Cornel Feruta parecía complicar la elección dividiendo los votos (con el apoyo de Rusia y China), finalmente dos tercios de los 35 electores apoyaron a Grossi. “Quienes votaron por él se sentían seguros de que se podía confiar en él para que protegiera al OIEA de cualquier Estado miembro que tratara de poner en peligro su reputación de profesionalidad, imparcialidad y objetividad”.
Las más de 10 visitas que ha realizado a Irán y las numerosas visitas a Corea del Norte (la cifra es confidencial, hechas cuando la dictadura comunista todavía permitía el ingreso de observadores internacionales) aseguraron el consenso de las potencias. Dentro de sus tareas, deberá estar al tanto de los avances atómicos de Teherán luego del rompimineto del acuerdo nuclear, seguir de cerca los ensayos nucleares de Pyongyang y tareas de más bajo perfil como detectar el tráfico ilegal de sustancias peligrosas para construir armas nucleares, teniendo en cuenta su posible impacto en acciones terroristas.
“Al menos al principio, la aplicación salvaguardias del acuerdo con Irán será probablemente su principal prioridad. Esto requerirá una gestión hábil de la relación del OIEA con los Estados Unidos”, añadió Jenkins, en referencia a las acusaciones de la Casa Blanca contra el régimen persa.
El propio embajador ya adelantó cómo cree que será su función. “Tenemos el enorme desafío de evitar que otros países se acerquen al arma nuclear. Es un trabajo de hormiga que nadie ve pero esencial para mantener la paz mundial”, expresó en julio. Pero también tiene en su agenda cuestiones menos rutilantes y de suma importancia. “Mi intención es reforzar toda esa agenda y abrir el OIEA aún más a las necesidades del desarrollo económico. Quiero integrar al sector privado para que nos ayuden a apoyar la difusión de las tecnologías nucleares en medicina, salud, agricultura como ya lo hacen en el ámbito de las Naciones Unidas en otras organizaciones del sistema. Quiero que los países que continúan en la vía de la generación nucleoeléctrica, y que son cada vez más, lo hagan de manera segura y medioambientalmente sustentable. Quiero trabajar muy fuerte en la temática de género integrando cada vez más mujeres a este ámbito tradicionalmente dominado por hombres”.