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Por qué el River de Gallardo es el mejor River de la historia

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El eslogan hoy maneja gran parte de la realidad. Una excelente campaña de marketing alcanza -a veces- para adueñarse de valores que no se llegan a demostrar. Se repite, se taladra la cabeza del receptor y la frase se hace concepto. Le pasó a River después de sus días más oscuros recorriendo el país. Con la llegada de Gallardo, de Francescoli, de D’Onofrio, de los miércoles-domingos de felicidad, se patentó el “River volvió a ser River”. Hasta se llegó a hacer una imitación radial famosa del presidente repitiendo la muletilla. Ese eslogan no es cierto. River no volvió a ser River. El equipo del Muñeco superó a la frase que pegó. Ahora es mejor que el River que se había conocido hasta el ciclo de Gallardo como entrenador. ¿Antes salía campeón de América tan seguido? ¿Antes había conseguido una supremacía tan descomunal contra Boca? ¿Antes todo el continente lo reconocía como un equipo copero? ¿Antes era tan confiable como para que 6 fechas antes del final de un torneo y con varios equipos merodeando la punta todos lo den como el candidato a ser campeón?

Del River de hoy hay coincidencia: es el mejor equipo de la Argentina. Y hasta mejor que el Flamengo, más allá de que hubo errores que lo llevaron a River a que se le escurriera la Copa Libertadores entre las manos. El único defecto que tuvo con Godoy Cruz en la última fecha fue su falta de contundencia en relación a la cantidad de jugadas de gol. De a ratos fue una exhibición de juego, de movimientos. Gallardo otra vez agudizó su ingenio y su capacidad táctica. Golpeó la mesa para que no se fuera ningún jugador detrás de la partida de Exequiel Palacios a Alemania. Como no tiene otro volante tan completo, reemplazó un jugador con un nuevo sistema. Línea de 3/5, con tres centrales atrás y Casco y Montiel volando por los costados de ese triángulo virtuoso que arman Nacho Fernández-Enzo Pérez y De la Cruz. Más ese depredador colombiano que es Borré. No sólo desarticuló la antigüedad dialéctica que repite que la línea de 5 es defensiva. Porque no se puede hablar de táctica sin nombres propios. Sus movimientos otra vez generaron admiración. En fin, Gallardo tiene razón hasta cuando parece estar por patinar. En los últimos días, Scocco parecía en mejor forma que Matías Suárez. El entrenador igual optó por el ex Belgrano porque le daba más presión en la salida rival. ¿Qué pasó el sábado? River ganó 1-0 con gol de cabeza de Suárez, que además llegó a un cruce en el fondo más de un Cabezón Ruggeri que de un fino delantero. Antes Gallardo había ganado con Quintero, con De la Cruz, con Montiel, con Casco, con Enzo Pérez de volante central en lugar del capitán Ponzio…

(Télam)

(Télam)

Hay muchos equipos de River que se hicieron póster en su museo. Desde ese punto hoy se replica a otro momento de la rica historia del club. Varias formaciones se repiten de memoria y algunas hasta con más talento y rodaje que los últimos 11 titulares. River llegó a juntar en su equipo al Pato Fillol, Passarella y Kempes, tres monstruos de la Selección Argentina ideal de todos los tiempos. No ganaron a nivel internacional. De hecho Gallardo es la cabeza del ciclo más exitoso pero no del año más ganador. En el 86, River salió campeón de América y del mundo de la mano del Bambino Veira, un entrenador poco reconocido en el podio de los más grandes. Jugaban Alonso, Francescoli, Ruggeri, el Negro Enrique, Pumpido, Alzamendi, el Búfalo Funes. Esa igual fue recién la primera Copa de su historia. Antes y después había quedado estancado. Otros diez años pasaron para volver a ser campeón de América con Ramón Díaz DT. No importa si existió o fue mito el doble comando entre el Pelado y Enzo. Se armó un equipazo con Francescoli, Orteguita, Crespo, Sorín, Almeyda, Astrada, Burgos, Gallardo… La cuenta es fácil: había ganado dos Libertadores hasta el 2014. Estaba por debajo de Estudiantes de La Plata por esos días. O sea: no era un equipo copero. Se le valoraba más el paladar. ¿Pero era este River?

Es un exceso piensalindista pensar que el descenso le hizo bien. Que en las malas se unió mucho más. Eso queda para el cantito más allá de que es cierto que refundó algunas bases. A River -fuera de la chicana termo del fanático- le hubiera encantado vivir estos días sin los malos recuerdos de aquellos. La historia siempre le dio orgullo. Pero este River no es como el River de antes. El proceso del nuevo River arrancó con otros nombres muy distintos cuando desembarcó Gallardo y tuvo su éxtasis en la final con Boca en Madrid. El guión le preparó un final de película tal vez irrepetible. Armani ya era Barovero. Pratto ya era Alario. Pity Martínez ya era Pisculichi. Nacho Fernández ya era Carlos Sánchez. Pinola ya era Funes Mori. Hasta Biscay fue alguna vez Gallardo…

El Muñeco es quien le cambió la mentalidad a River. El respeto-miedo que genera en sus futbolistas también se lo provocó a los rivales. La sorpresas tácticas que dejaron en offside a los periodistas le quemaron el pizarrón a varios de sus rivales más renombrados. Hasta sacó a Boca de una serie a las patadas y le echó en cadena a Arruabarrena, Guillermo Barros Schelotto y Alfaro… ¿Falta algún atributo más para dejar desnudo al eslogan? River no volvió a ser River. Este River es el mejor River de todos.

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