La quita de ese impuesto, vigente desde agosto para 13 rubros de alimentos básicos, vence el miércoles. Pero entidades de consumidores reclaman que siga: si suben 21%, dicen, el impacto será durísimo. Qué responde el Gobierno.
El sachet de leche de primera marca, hoy a $ 52,50 en góndolas de la Capital, podría saltar a $ 63,50. De un día para el otro, la botella de litro y medio de aceite de girasol pasaría de $ 125 a 151,25. Paquetes de fideos de $ 49 se remarcarían a $ 59,30, el kilo de azúcar se iría de $ 43,50 a $ 52,60 y el de yerba común, de $ 225 a más de $ 272.
En asociaciones de consumidores hay una preocupación creciente ante la perspectiva de que remarcaciones como esas, mayormente del 21%, se apliquen en los supermercados el martes próximo, 1° de enero. Y con un amplio alcance: sería en todas las marcas de los 13 rubros de alimentos esenciales que, desde agosto, se venden con el Impuesto al Valor Agregado (IVA) bonificado.
¿Por qué ocurría eso? Porque el “IVA 0%”, decretado luego de las PASO por el ex presidente Mauricio Macri para contener el impacto de la devaluación de aquellos días, rige hasta el 31 de diciembre. Y a menos de una semana, ni fabricantes de alimentos ni supermercadistas anunciaron que absorberán el peso de ese impuesto, ni el Gobierno confirmó que vaya a extender la quita.
Entre los productos alcanzados figuran leches, yogures, pastas secas, arroz, yerba, mate cocido, té, azúcar, aceites, polenta, huevos, galletitas, pan rallado y conservas de frutas, hortalizas y legumbres, todos ellos con una alícuota del 21%. Y con un IVA original del 10,5%, están el pan y la harina de trigo.