“Me dijo que fuera después del entrenamiento y fui. Yo estaba cansado, en la mesa solo había ensalada, pollo y agua. No había nada de refrescos. Comenzamos a comer y pensaba que después habría carne, pero no. Terminó de comer, se puso de pie y comenzó a jugar con una pelota. Me dijo que hiciéramos toques y yo le respondí que si podía terminar de comer. Después de eso, me pidió que fuéramos a la piscina. Cristiano es una máquina y no quiere dejar de entrenar”, detalló Evra.