Nacionales
Paro del campo: semejanzas y diferencias entre los conflictos por retenciones de 2008 y 2020
Hay coincidencias llamativas y aspectos muy distintos. El protagonismo central de Alberto Fernández en ambos casos.
Déjà vú ruralista. A partir de la sensación de estar volviendo a ver una película conocida, las similitudes de este paro del campo con el de 2008, el de la tristemente célebre Resolución 125, son en varios aspectos llamativas. Aunque también surgen importantes diferencias.
Los dos se lanzaron casi exactamente a tres meses de comenzado un Gobierno Nacional. Y en ambos casos, el protagonismo de Alberto Fernández es insoslayable. Aquella vez, Cristina Fernández de Kirchner tomó el centro de la escena, ahora tiene un rol indudablemente esencial, pero sin aparecer en los primeros planos.
Si bien el anuncio de este paro fue lanzado el mismo día de conocida la medida que lo provocó, y el de 2008 un día después de presentarse las retenciones móviles, en este punto empieza a revelarse lo distintas que son ambas situaciones; como dos mellizos, que pueden parecer semejantes, pero tienen sus características individuales.
En ese sentido, este paro se lanzó inmediatamente después de publicado el decreto 230/2020 en el Boletín Oficial, pero el caldo de cultivo de la protesta se empezó a cocinar a fuego lento desde diciembre, cuando el Gobierno avisó que podía elevar tres puntos más las retenciones a los granos.
Alfredo De Angeli, de la Federación Agraria de Entre Ríos, fue uno de los líderes de la protesta del campo en 2008. Hoy es senador.
Desde entonces, una amplia mayoría de productores agropecuarios avisó, incluidos los presidentes de la Mesa de Enlace, que podía ser el límite antes de desatar un conflicto.
En 2008, la Resolución 125 fue relativamente sorpresiva, casi de un día para el otro, pero el desencuentro del kirchnerismo con el campo se había profundizado desde 2006, con la intervención de las exportaciones de carne.
Se habían tolerado sucesivos incrementos de las retenciones a los granos durante el mandato de Néstor Kirchner, que prácticamente las duplicó en pocos menos de un año, hasta el 35%, cuando el naciente primer gobierno de Cristina estableció que podrían superar el 50% (según subiera el precio internacional de la soja). Recién ahí se rearmó la Mesa de Enlace después de muchos años y apareció en las rutas, pueblos, y luego en las ciudades, un colectivo socioeconómico que se creía no tenía poder político: el campo.
Ahora, la actual Mesa de Enlace partió de un posicionamiento consolidado. Se sostiene en la representatividad lograda en el conflicto de hace 12 años, aunque los cuatro representantes máximos no son las mismas personas: ya no están Miguens (SRA), ni Llambías (CRA); Buzzi (FFA) y Garetto (Coninagro), que pasaron de ser desconocidos a convertirse en apellidos repetidos en la TV 24×7.
El crédito acumulado le permitió a la Mesa de Enlace maniobrar al límite de poner en juego la relación con sus sostenes naturales. Hubo algunas tensiones, pero los chacareros más combativos templaron su paciencia, esperando meses la medida de fuerza que reclamaban, conscientes que la unidad es una de las claves para seguir a paso firme.
Con todo, podría plantearse una similitud central. El descontento y las protestas surgieron en ambos casos del interior productivo, y los dirigentes superiores han coincidido en argumentar sus decisiones en el mandato que interpretaron de sus representados.
En aquel momento, también se intentaron paliativos para desmantelar la protesta, Ahora fueron las compensaciones prometidas para pequeños y medianos productores. Antes, las inversiones prometidas en ámbitos rurales de distintas provincias que le permitieron al Gobierno de Cristina ganar la votación en Diputados antes de perder en el Senado con el voto “no positivo” del entonces vicepresidente Julio Cobos.
El tractorazo del campo en la previa del anuncio del paro del campo.
Una diferencia central con lo sucedido hace 12 años es que la Argentina venía de varios años positivos en lo económico, y con el mismo signo politico. Sólo se había cambiado de pingüino a pingüina. Ahora se arrastra una crisis económica surgida en un gobierno de otro partido, y el malestar por la suba de las retenciones se mezcla con un gravitante desdoblamiento cambiario y un peor escenario financiero en nuestro país. En tanto, la soja cotiza la mitad de los 600 dólares por tonelada que llegó a ostentar en las pantallas de la Bolsa de Chicago. Y el gasto público es un ítem que ocupa más espacio en el debate campo-gobierno, en un contexto en el que la sociedad parece menos involucrada.
Por eso, entre otras cosas, vaticinar el desenlace de esto que recién empieza no es sencillo. Quien en aquel momento negociaba con el campo es la misma persona, pero ya no ocupa la jefatura de Gabinete, sino que es el Presidente.
La primera reacción de su Gobierno, que advirtió que no volverán a negociar con el campo, parece preludiar un déjà vu ruralista, otra vez por las retenciones. “Ellos quieren ganar siempre”, dijeron en Casa Rosada.
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