Los síntomas comienzan a producirse al aspirar el gas, el cual provoca una somnolencia repentina, inesperada, sin dolor, sin sabor, ni perfume. En cuestión de segundos, si la víctima está despierta, pueden aparecer sensaciones desagradables como el mareo, falta de aire, dolor de cabeza y confusión, naúseas y desvanecimiento. Cuando el monóxido de carbono alcanza los pulmones, sobreviene el adormecimiento paulatino y el bloqueo muscular, sopor, pérdida de sentido y el corazón se detiene.