“Estas empresas ahorran legítimamente dinero al operar en aeropuertos low cost, más alejados de las ciudades”, aseguró Tomás Insausti, titular de ANAC. Pero advirtió que el ahorro no está en las tasas que cobran todos los aeropuertos públicos o privados —de aterrizaje, estacionamiento y uso de aeroestación—, cuyo valor está incluido en el precio de los pasajes. La diferencia está en que las low cost no usan servicio de rampa o de colectivos para llegar al avión. “Estos servicios son muy caros, pero no tenerlos no degrada la seguridad operacional”, aclaró.