EL ITE calcula que el déficit primario 2019 sería del 0,8 por ciento del PIB bajo la medición oficial y de no mediar nuevos ingresos extraordinarios. Es un resultado que excede a la pauta del FMI pero no está desbandado. Sin embargo, se logró en base a tres factores que son difícil de reproducir para la próxima gestión: la venta de activos del FGS y de centrales térmicas, el crecimiento de la recaudación del comercio exterior en base a una alícuota en pesos que se licúa y el ajuste en la obra pública y los salarios del sector público.

Por otro lado, hay compromisos de reducción de impuestos acordados en la reforma tributaria de finales de 2017, como por ejemplo la suba progresiva del mínimo no imponible para el cobro impuestos a la seguridad social. Y sobre todo, demandas de todo el arco social para recuperar posiciones en este contexto de crisis.

“Con este peligroso cóctel, el escenario base que esperamos para 2020 es de un déficit primario del 1,6 por ciento del PIB, que es consistente con un déficit financiero de 5,2 por ciento del PIB. Este escenario implica un gasto primario que no crece en términos reales, ingresos que caen en términos reales un 4 por ciento como consecuencia del nuevo mínimo no imponible en impuestos a la seguridad social y la ausencia de nuevas liquidaciones de activos del Estado”, dice el informe del ITE.

Esa proyección fiscal para 2020 en un escenario de estancamiento del gasto en términos reales implica un fuerte desajuste de 2,6 puntos frente al superávit del 1,0 por ciento acordado entre Macri y el FMI para el año que viene. “Todo parece indicar que este tema debe incluirse en la revisión del acuerdo con el Fondo a partir del 11 de diciembre”, sugiere el ITE.