En tono didáctico, en él se explica que el acuerdo con el FMI fracasó en sus cuatro objetivos: recuperar el crecimiento (la economía cayó 1,7% desde la firma), generar empleo para combatir la pobreza (que ya supera el 32%), reducir la inflación (que se disparó al 53,9%) y bajar la deuda pública (que subió 29 puntos porcentuales del PBI).

En ese marco, aclara que “el programa económico que impulsa el Gobierno Nacional no refleja ninguna de las prioridades establecidas en la plataforma del Frente de Todos. Tampoco existen coincidencias con las recomendaciones de política impulsadas por el FMI”, y destaca que Fernández “reiteró su preocupación por el hecho de que los créditos otorgados por el FMI al Gobierno Nacional hayan sido utilizados, en gran parte, para financiar la salida de capitales”.

Y en este punto muestra la primera carta que un nuevo gobierno puede jugar en su discusión con el Fondo: “Este fenómeno (el financiamiento de la fuga) constituye un incumplimiento flagrante a lo dispuesto por el Artículo VI del Acta Constitutiva del organismo cuyo primer párrafo dispone que ‘ningún miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una salida considerable o continua de capital’.”

Alberto Fernández nunca le dijo al Fondo que no envíe los famosos 5.400 millones de dólares, simplemente dejó claro que ese desembolso, como todos los anteriores, no estaría destinado al desarrollo de la economía argentina ni al bienestar de sus habitantes, sino solo a acompañar el viaje al vacío de su elite gobernante.

En su violenta descalificación de la posición adoptada por el Frente de Todos, que casi con las mismas palabras es compartida por Lavagna, todo el aparato mediático oficial y oficialista corre desde ya a tomar partido por el Fondo antes de que la negociación siquiera se inicie.

Mucho se especuló sobre cómo afectó a los principales medios y sus periodistas más destacados el resultado de las PASO. Se habló de dudas y panquequismo. Esa discusión seguirá, pero solo en lo referido a su relación con el moribundo gobierno de Macri.

Su eterna alianza con los intereses del poder financiero no les genera ninguna duda.