Otros bloques también respaldaron la iniciativa. “Es una ley que todo el tiempo está buscando evitar los abusos”, sostuvo la radical Brenda Austin y destacó como el punto “más importante” el establecimiento del ajuste anual en base a un índice que combina inflación y salarios.

El aliado de Cambiemos, Martín Lousteau (Evolución), se refirió a la problemática del acceso a la vivienda y detalló que “menos del 5 por ciento de los asalariados formales tiene ingresos suficientes para acceder a un crédito para comprar un (departamento) dos ambientes”. “En este caso estamos dándole prioridad al derecho más importante y a la vez el más débil: el derecho a moderar lo máximo posible la incertidumbre acerca del lugar donde se vive y donde se establece un proyecto de vida, versus la incertidumbre con respecto a los flujos de fondos futuros de los propietarios”, afirmó el diputado porteño que a partir del diez de diciembre ocupará una banca en el Senado.

En tanto, Marco Lavagna (Consenso Federal) estimó que “alrededor de 11 millones de personas no tienen casa propia”, por lo que “esta ley es de gran impacto social”. Luego aseveró que “es bueno tener una previsibilidad respecto de cómo se van a ajustar los alquileres” porque en algunos casos aumentan por debajo de la inflación y en otros, por encima. Aunque se despide como diputado, Lavagna insistió sin suerte durante todo el debate en particular (que extendió el debate por otras casi dos horas) en introducir modificaciones al texto consensuado. No lo logró.