Los vínculos de Lagomarsino y el espionaje sobrevuelan el caso. El ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria Marcelo Saín -hoy a cargo de la Seguridad en Santa Fe- declaró que cuando vio a Lagomarsino por televisión tras la muerte de Nisman, lo reconoció como a un espía que le habían presentado en en 2005 para darle información sobre narcotráfico.
Lagomarsino siempre negó esto, aunque llegó al entorno de Nisman al año siguiente -2006- de la mano de su amigo Carlos “Moro” Rodríguez, justamente un espía de la misma PSA que terminó desplazado de la fuerza por el propio Saín.
Los llamados y los servicios
El movimiento de las líneas telefónicas es otro factor de estudio. “Se logró verificar las diferencias en el volumen de comunicaciones entre el día 17 y el día 18 de enero de 2015, un porcentaje altísimo de ellas varias horas antes de que el personal policial encontrara en el baño de su departamento, el cuerpo sin vida del fiscal”, indicaron fuentes de la causa.
Este tramo de la investigación, busca esclarecer el rol de un grupo de personas y su posible vinculación “con lo sucedido”. Se detectaron “conversaciones tripartitas -es decir, tres interlocutores interviniendo en una misma conversación- o de una misma persona manteniendo comunicaciones al mismo tiempo con dos interlocutores distintos a través de dos abonados diferentes, la ubicación geográfica del usuario y movimientos o traslados”, se detalló en la instrucción.
La fiscalía analizó flotas radiales vinculados a la inteligencia nacional, y “relaciones con interlocutores captados por celdas ubicadas en inmediaciones del Complejo Le Parc”. Así se logró identificar un importante número de abonados telefónicos correspondientes a “funcionarios o agentes de inteligencia, funcionarios del Estado Nacional, provincial y/o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ello ha permitido analizar los contactos comunicacionales registrados durante la época del hecho”, se detalló desde la causa.
El entrecruzamiento de 45.000 llamados, arrojó un “llamativo movimiento”, especialmente en el periodo 16 a 19 de enero de 2015. “Se trata de registros que no son habituales en los abonados investigados y se busca determinar por qué se produjeron esas comunicaciones”.
Para el juez Ercolini no hay dudas de que Lagomarsino fue parte del plan para matar a Nisman. Dedicó varios párrafos de la extensa resolución en la que lo procesó a repasar minuto a minuto cómo fue el movimiento en el departamento del ex fiscal el sábado 17 de enero, el último día que se lo vio con vida. Quien más ingresos tuvo fue el técnico informático, y la última vez que fue al departamento lo hizo con el arma Bersa.
El fiscal Eduardo Taiano ponderó como un vehículo facilitador la “relación de confianza” que tenía Lagomarsino con el entonces fiscal. Nisman confiaba en pocas personas; el técnico informático, según la fiscalía, era una de ellas. Esto le permitía -entre otras cosas- “concurrir asiduamente al complejo Le Parc y sortear cualquier tipo de control. Resultaba ser la persona indicada para ello”, había planteado el fiscal Taiano.