La grieta de Cambiemos, que explotó de manera casi infantil, es más profunda de lo que parece. Y no se trata de un inocente intercambio de opiniones sobre el concepto de prisión preventiva. Se trata de algo más profundo, que diferencia a los dos bloques de manera clara y contundente.
O estás con Lilita Carrió, quien no especula con la posibilidad de proteger a Cristina Fernández para que no vaya presa, compita contra Mauricio Macri y pierda, o estás con los estrategas electorales, como Jaime Durán Barba, quienes suponen que es imprescindible que no sea detenida para que el presidente sea reelecto.
Pero esta es solo la manera superficial de abordar el debate. La más más seria y relevante debe ser mirada así: es una interna entre quienes pretenden romper “el sistema” de corrupción política y los gatopardistas que solo defienden un cambio estético para no modificar absolutamente nada.
El ministro de Justicia, Germán Garavano, un hombre bien intencionado y que siempre estuvo a favor de que los sospechosos gocen de libertad hasta que se produzca la condena firme, quedó del lado del mal, aunque es ajeno a la disputa de fondo.
Al “sistema” también se lo puede denominar “el mecanismo” o “la raíz” o “el origen”. Es “el aceite” que garantiza el financiamiento de la política.
Para simplificar la idea: son los cuadernos de la corrupción, los “dueños de la Argentina” sacando del bolso las coimas. Son los presidentes, ministros, secretarios, directores, diputados, senadores, gobernadores, intendentes, legisladores provinciales y concejales junto a un núcleo duro de empleados públicos haciéndose millonarios, junto con los fiscales, jueces, sindicalistas, dueños de medios y periodistas que investigan o no, que protestan o se callan según sus intereses particulares, contra quienes pretenden una clase dirigente más humilde y al mismo tiempo más honesta.
Es, en definitiva, una pelea de fondo entre quienes hacen política porque quieren un profundo cambio cultural y moral, y quienes la toman como un negocio más, aunque en su discurso no aparezca.
La pregunta del millón es: ¿de qué lado está, de verdad, Mauricio Macri?
Durante las campañas electorales de 2015 y de 2017 Cambiemos se financió, igual que las demás organizaciones políticas con aspiraciones, con aportes truchos y plata negra que los grandes empresarios aportaron y los apoderados de los partidos ayudaron a blanquear.
¿Cómo lo va a hacer ahora, sabiendo que Cristina Fernández tiene la suficiente plata negra como para competir y ganar y que Alternativa Argentina la conseguirá, en la medida en que sus candidatos aumenten su intención de voto?
El Presidente, en la intimidad, jura que él no protege a la expresidenta, ni especula con mantenerla herida o en libertad para ganarle en primera vuelta. Tiene confianza en que será reelecto, más allá de la situación procesal de la senadora de Unidad Ciudadana. Es más: está más cerca de lo que piensa Carrió de lo que opinan sus operadores judiciales. Y el jefe de gabinete, Marcos Peña, también. Prefieren, para decirlo de una manera elegante, que toda la porquería aparezca en la superficie, para inaugurar un nuevo tiempo más transparente y mejor. Habrá más informaciones para este boletín.