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Javier Milei: “Me contrataron para resolver problemas, si no lo hago estaría bien que no me renueven el contrato”

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El Presidente expuso en un evento financiero y se refirió al modelo económico que está aplicando el Gobierno. Qué dijo sobre el dólar, inflación y emisión monetaria

Javier Milei dio una nueva exposición frente a economistas para explicar -y defender- el modelo que está aplicando el Gobierno, con Luis Caputo y Santiago Bausili a la cabeza. El Presidente dio un largo discurso frente a un nutrido auditorio en el que repasó todas las etapas que debió enfrentar en gestión y se refirió al dólar, el tipo de cambio, la inflación y la emisión monetaria, entre otras cosas.

Luego de eso, sentenció: “A mí me contrataron para resolver problemas. Si no resuelvo los problemas estaría muy bien que no me renueven el contrato. Me pusieron para resolver problemas, no para hacer onanismo de análisis económicos”.

Milei comenzó la charla hablando del tipo de cambio. Dijo que los economistas hacen “análisis arbitrarios” y que “ignoran muchas situaciones”. Para defender su postura, comparó la situación actual con el gobierno de Mauricio Macri: “Cuando hacen la comparación con 2017 quisiera saber cuál es la parte que coincide, porque básicamente nunca se hizo el ajuste fiscal. Cuando Macri recibió el gobierno aumentó el déficit fiscal y además nunca lo corrigió, sólo lo corrigió con endeudamiento. Durante el gobierno de Macri se tomaron 60 mil millones de dólares netos. Nosotros pusimos en caja el tesoro en un solo mes luego de 123 años”.

Luis Caputo

El mandatario señaló que el tipo de cambio real tiende a apreciarse cuando un gobierno mantiene el orden en sus cuentas y en las políticas públicas. Sostuvo que resulta improductivo debatir en torno al promedio de los indicadores, ya que existen múltiples factores, tanto internos como externos, que influyen en la economía, como los shocks internacionales o el riesgo electoral doméstico, que identificó como “riesgo kuka”.

Milei hizo hincapié en la importancia de entender el tipo de cambio real desde una perspectiva “macro”, argumentando que mucho del análisis público se basa en modelos incompletos o inadecuados. “Un sistema de ecuaciones no es un modelo de equilibrio general. Sospecho que de equilibrio general no saben nada”, sentenció, subrayando así la necesidad de un enfoque más amplio y realista respecto de los desafíos económicos.

En su exposición, el jefe de Estado advirtió sobre la dificultad de predecir con exactitud el comportamiento del tipo de cambio real sin conocer todas las variables macroeconómicas e institucionales relevantes, como las preferencias de los agentes económicos, la tecnología disponible, los sistemas de propiedad y la calidad de las instituciones. Remarcó que, según su lectura, ni los economistas ni ningún experto pueden tener ese nivel de conocimiento absoluto, criticando lo que llamó “la fatal arrogancia” que, en su opinión, caracteriza a algunos analistas económicos y políticos.

“El conocimiento de la economía no califica en esa categoría. Sólo pueden creer que pueden tener esa categoría los socialistas y su fatal arrogancia. Los comunistas mataron a 150 millones de seres humanos”, expresó Milei al enfatizar los límites del saber técnico frente a la complejidad social y económica.

Milei cuestionó la metodología empleada por ciertos consultores y economistas, argumentando que sus análisis caen en la parcialidad y la sobre-simplificación. Criticó lo que considera el uso indebido de falacias ad hominem en el debate público y graficó que quienes, en su visión, buscan culpables externos para sus propios errores, terminan agravando los problemas económicos estructurales del país.

“Argentina ha hecho esto desde hace 90 años, por eso pasó de ser uno de los países más ricos del mundo a ser uno de ingresos medios”, afirmó Milei, cargando contra lo que calificó como intervencionismo estatal y manipulación de los precios durante décadas. Explicó que, de haber seguido ese camino, la nación corría el riesgo de una crisis aún mayor, y argumentó que cualquier intento de ignorar la cuestión fiscal en el análisis de la realidad argentina es, según sus palabras, “elemental”.

El Presidente recordó que al asumir la administración, se propuso reformar el sector público y reducir el gasto, acciones que —señaló— permitieron a su gobierno bajar el gasto público en un 30%. En su pensamiento, esa reducción abre la puerta para “convivir con un tipo de cambio real más bajo”, es decir, impulsar una economía más estable y con menor presión sobre el valor del dólar.

Milei también criticó el enfoque tradicional de algunos especialistas en torno a la flotación cambiaria y el uso de bandas. Citó un trabajo de la Universidad de Córdoba que indica un rezago de 26 meses entre ciertos movimientos macroeconómicos y sus efectos. Aseguró que, desde mediados del año pasado, su equipo se ocupó de limpiar el balance del Banco Central y adoptó una política de emisión monetaria cero, en línea con su objetivo de estabilizar la moneda y recuperar la confianza de los inversores.

Al referirse a las expectativas económicas de los ciudadanos, Milei admitió que los argentinos no confían plenamente en la estabilidad, lo que genera una tendencia a usar como referencia el dólar y acrecienta la volatilidad. Planteó que en situaciones donde un modelo económico no logra explicar la realidad, es legítimo descartarlo y buscar nuevas herramientas de análisis.

En relación a la labor de los consultores económicos, Milei indicó que estos operan como “el oráculo de Delfos: dan consejos pero no toman decisiones”. Aludiendo a la experiencia del ministro de Economía, Luis Caputo, señaló el valor de los antecedentes técnicos en la gestión estatal y remarcó que la sociedad argentina forma sus expectativas mirando el valor de la divisa estadounidense.

Al hablar sobre la lógica de su mandato, Milei manifestó: “Me pusieron para resolver problemas no para hacer onanismo de análisis económicos”. Justificó así la toma de decisiones pragmáticas frente a la especulación teórica o el debate excesivo. Asimismo, señalando las dificultades históricas de la economía argentina, relató que el país ha atravesado “una breve temporada en el infierno” que, según sus palabras, se inició en marzo y concluyó en octubre. Milei mencionó que ese periodo implicó aprendizajes difíciles, a la vez que compartía la sensación de estar bajo permanente presión: “No sólo estábamos en la silla eléctrica, sino que había gente tocando los botones”.

Sobre el diseño de la política pública, Milei afirmó que fija un norte para su equipo, aunque reconoce que el camino no siempre es lineal. Responsabilizó a la dirigencia política anterior por la volatilidad cambiaria, la cual, afirmó, se traduce en fluctuaciones de precios, cantidades, salarios reales y niveles de pobreza e indigencia.

Justificó el uso del sistema de bandas cambiarias argumentando que sirve como restricción efectiva mientras el dólar permanezca dentro de los márgenes definidos, y sostuvo que “la volatilidad cambiaria se traduce en volatilidad de precios, cantidades, salarios reales, empleo, pobres e indigentes”, lo que refuerza la importancia del control macroeconómico.

En relación con la intervención de Estados Unidos en episodios recientes, Milei criticó la creencia de que la ayuda internacional fue determinante, calificando como “una cargada” los USD2.000 millones que aportó el swap con China y la asistencia externa durante la dolarización de portafolios. Según el presidente, el verdadero apoyo de su programa fue la fortaleza interna y la reducción del déficit, más que el auxilio de otros países.

Milei cuestionó a quienes argumentan que el riesgo país sólo descendió gracias a factores efímeros o exógenos. Relató que antes del proceso de reformas, este índice estaba en 600 puntos y, a pesar de las medidas tomadas, siguió en aumento —circunstancia que asocia al “riesgo kuka”— hasta que se verificaron cambios estructurales.

El mandatario también se refirió a los fundamentos de las expectativas racionales y defendió que sólo un enfoque de política económica que contemple la racionalidad de los agentes —es decir, de los consumidores e inversores— puede conducir a buenos resultados. “Si piensan con agentes que no son racionales nunca van a acertar”, argumentó. Según su análisis, arrastrar las malas experiencias vividas por la población en décadas previas dificulta que los agentes económicos respondan de acuerdo con los modelos ortodoxos.

Recordó que durante la campaña prometió una “motosierra” para el gasto público, logrando un equilibrio fiscal en un mes pese a contar apenas con un 15% de diputados y senadores propios. Añadió que la resistencia política interna llevó incluso a votar 40 leyes orientadas, en su opinión, a “romper el equilibrio macroeconómico”.

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