Como si fuera poco con la deuda externa, el artefacto explosivo que dejó el macrismo en política exterior se completó año tras año con agujeros en los pagos a organismos internacionales relacionados con el trabajo, los derechos humanos, la agricultura, la educación y la salud.

Las cifras de acreedores de 2018 sirven como radiografía de las prioridades externas o de su falta. La Argentina terminó con deudas con los siguientes organismos:

* Organización Mundial de la Salud

* Organización Panamericana de la Salud

* Organización Internacional del Trabajo

* Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO)

* Unesco

* Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura

* Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura

* Corte Penal Internacional

*Aladi

Cada aporte, o cada deuda, podrían tener su razón de modo intencional o de hecho.

La Corte Penal Internacional es una creación colectiva para perseguir los crímenes de lesa humanidad cometidos por gobernantes.

La FAO hasta 2019 estuvo bajo la conducción del brasileño José Graziano da Silva, el diseñador del Plan Hambre Cero de Lula, que llegó a la conducción del máximo ente de agricultura y lucha contra el hambre impulsado por el gobierno de CFK. Uno de los negociadores fue el entonces funcionario de Agricultura y hoy vicecanciller económico Jorge Neme. La Aladi, con sede en Montevideo, no solo es uno de los organismos históricos para la integración comercial. Representa un esfuerzo de discusión arancelaria permanente y es un escenario de encuentro de representantes latinoamericanos incluso más allá de las funciones específicas.

Al margen de las mejores o peores relaciones de cada nación con los Estados Unidos, las construcciones regionales suelen permitir la edificación de polos de poder para países que, si no, deben resignarse a la debilidad del uno a uno con Washington, con el FMI o con bonistas que pueden exceder un PBI.