Se trata de la mayor modificación del sistema internacional de medidas desde el Tratado del Metro de 1875, cuando el kilo fue definido por el peso del cilindro de platino-iridio de la Oficina internacional de pesos y medidas ubicada en Sèvres, Francia.
Los científicos de la Conferencia Internacional de Pesos y Medidas proponen definir el kilo en base a la constante de Planck, una constante física procedente de la mecánica cuántica.
La propuesta viene de manos del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIS) británico que se basa en la llamada balanza de Kibble para proponer un estándar basado en las constantes físicas de la naturaleza y no en un trozo de metal, sometido a las variaciones atmosféricas y del paso del tiempo.
La masa del famoso cilindro situado en París -conocido como Le Grand K– es constante, pero su peso no lo es. Crece con la acumulación de la contaminación del aire y se encoge muy ligeramente con cada limpieza. Se mantiene cubierto con una doble campana de cristal para intentar darle mayor estabilidad.
Los laboratorios de metrología de todo el mundo tienen copias de él, basan los sistemas nacionales de medición de masas en esas copias y, cada 40 años más o menos, envían las copias a Francia para compararlas con el prototipo.
Si los expertos aprueban la iniciativa este viernes, el kilo estará definido por La balanza de Kibble que mide la cantidad de corriente eléctrica que se necesita para crear una fuerza electromagnética igual a una fuerza que actúa sobre una masa determinada.
La votación tendrá lugar en la Conferencia General sobre Pesos y Medidas (CGPM) en el Palacio de Congresos de Versalles y si se acuerdan, estos cambios entrarán en vigor el 20 de mayo de 2019.
Los científicos confían en que estos cambios permitan mejorar la innovación tecnológica y reducir el costo de muchos procesos de fabricación de alta tecnología.
Sin embargo, para aquellos que estén preocupados por su peso de cara al verano, no habrá ningún cambio.