-No lo veo así. Existen mitos sin sentido con respecto a las farmacéuticas dichos por personas que no saben cómo funcionan. Como cuando dijeron que diseñaron el virus del SIDA en un laboratorio para soltarlo y así vender los medicamentos sin largar una cura. Todas esas teorías conspiranóicas no tienen sustento, porque cualquier desarrollo sería recontra redituable para las farmacéuticas. Tampoco existe la posibilidad de encontrar una fórmula mágica que cure todos los tipos de cáncer, porque cada uno tiene muy distintos orígenes con procesos completamente distintos en un tipo de células y en otras. Lo que las farmacéuticas no van a hacer es poner 10 años a trabajar a gente propia en una enfermedad que sufra algún tipo de población escasa y con menos recursos. Es importante que esos temas sean impulsados en el CONICET y las universidades.

-¿Cuál es entonces la relación de los investigadores universitarios y de organismos estatales con estas empresas?

-Una vez que se llega a ese tratamiento, a las empresas les conviene mucho fabricar y vender. Lo importante también es que el CONICET proteja por medio de patentes las invenciones de los investigadores argentinos y que después las puedan negociar con las distintas empresas. La relación no está rota. Hay que fomentarla más. Los tiempos de la ciencia son lentos, pero también son descubrimientos que de repente son de alto impacto. Está bueno que el Estado apueste también a esto.