El partido siguió y, a los pocos minutos, Rafa sentenció el partido a su favor. Y una vez que pasaron los saludos de rigor con el tenista argentino y la árbitro del encuentro, el español se sacó su clásica vincha y se la regaló a la alcanzapelotas, que con una sonrisa le agradeció el gesto.
Rafa jugó a lo Nadal. Como ya había ocurrido en sus anteriores tres enfrentamientos, el número 1 del mundo no le dio opción a Delbonis. Lo dominó en todos los aspectos del juego -terminó con 33 tiros ganadores contra 22 del argentino y cometió 14 errores no forzados menos (29 contra 43)-, a pesar de sólo aprovechar tres de los 20 puntos de quiebres que tuvo a lo largo de las 2 horas y 30 minutos que duró el partido.
Además de control el juego, Nadal dejó un punto fascinante en su victoria. En los primeros games del segundo set y después de un peloteo de fondo, Delbonis jugó una pelota con slice que el español alcanzó a rescatar. Pero cuando parecía que el punto iba a quedar en manos del tenista nacido en Azul, provincia de Buenos Aires, el mallorquín se estiró y, con un salto que mostró su capacidad atlética, definió con un revés en el aire.