El nuevo planeta fue descubierto a partir de las variaciones en el período orbital del planeta Kepler-160c. Como parte de esa observación, los astrónomos empezaron a investigar el origen de los cambios con la presunción de que podían deberse a la presencia de otro planeta hasta entonces desconocido. Y no encontraron uno, sino dos: el otro es el Kepler-160d, que no presenta características que posibiliten la vida.

“KOI-456.01 es relativamente grande comparado con muchos otros planetas considerados potencialmente habitables. Pero es la combinación de este tamaño -menos del doble del planeta Tierra- y su estrella anfitriona de tipo solar lo que lo hace tan especial y familiar”, dijo René Heller, científico del Instituto Max Planck y autor principal del estudio.

La característica clave que falta dilucidar para que pueda haber vida en KOI-456.01 es que el planeta tenga una atmósfera.