En la ola del Ni Una Menos, cuenta López, “nosotras desde el interior pudimos ser parte porque es un movimiento federal”, enfatiza. Y se define como una “feminista en construcción, con formación clásica, familia de clase media, laburantes, que me sirvió para aprender cosas con facilidad, como la necesidad de legalizar el aborto, todavía pendiente”, señala. Y como urgencia advierte “es central establecer una política integral de cuidados en clave de trabajo y no solo de género”.

Spósito, desde Río Negro, aporta en su nuevo proyecto “que se reconozca y se incluya la remuneración a las tareas de apoyo comunitario para fortalecer la igualdad de género y la prevención de las violencias machistas”. Apunta a sostener en el marco de la pandemia el Programa de Promotoras y Promotores territoriales de Género y diversidad llamado “Micaela García”, en homenaje a la joven militante del Movimiento Evita, asesinada en Gualeguay, en 2016.

“Hoy, pensar un 3 de junio es recordar a las que ya no están, las víctimas de femicidios –rescata López–, y destacar qué estamos aquí por ellas. Hubo que transitar mucho dolor y todavía nos siguen matando, pero aquí estamos”. Brawer concluye “la marcha de 2015 significó la eclosión de un movimiento histórico, un basta a la violencia contra las mujeres y un plantarse, un hacer visible lo que se estaba dando en las bases, en las calles”, sostiene y ajusta a su muñeca un pañuelo verde.