Nombradas por sus siglas en inglés, son potentes pulsos de energía que duran unos pocos milisegundos. Este último punto es el que dificulta el estudio de los científicos para determinar su origen, a pesar de que fueron descubiertas hace 13 años.

Duncan Lorimer y su estudiante David Narkevic detectaron en 2007 la primera ráfaga rápida de radio, mientras analizaban datos de archivo de los distintos estallidos de energía transitoria astronómica, como los púlsares y los estallidos de rayos gamma. Entre ellos, registraron un sonido de radio que descendió en frecuencia durante 15 milisegundos. A día de hoy, se detectaron más de 100 ráfagas rápidas de radio (FRB), en distintas ubicaciones.

Recientemente, a partir de un estudio en Canadá, se recibieron ondas de manera constante en un ciclo que se repite cada 16 días , que reavivó la atención de la comunidad científica sobre las FRB. En la investigación, publicada en arXiv, los especialistas expresaron que al momento de detectar las FRB se encontraban estudiando datos del radiotelescopio utilizado por el Canadian Hydrogen Intensity Mapping Experiment. Tras realizar 400 observaciones con el telescopio, comprobaron que las señales llegan aproximadamente una vez por hora durante cuatro días y luego cesan repentinamente, solo para comenzar de nuevo 16 días después.