Termina la primera fase de un proceso electoral dominado por la incertidumbre. Desde las 8 de la mañana del viernes rige la veda que prohíbe los actos proselitistas. En 48 horas se celebrarán las PASO, que -como su nombre lo indica- nacieron para dirimir las internas de los partidos. Sin embargo, ninguna de las 10 fuerzas o frentes que se presentan elegirá a su candidato presidencial por esta vía.
Sin embargo, la tensión esta latente, en un escenario signado por la polarización. En esta batalla está en juego el poder en la Argentina por los próximos cuatro años, y oficialistas y opositores coinciden en que estas primarias podrían funcionar como una suerte de primera vuelta y la elección general, como un hipotético balotaje. En la Provincia esa hipótesis adquiere otra dimensión, porque -sin balotaje- en octubre se definirá la elección para gobernador.
Mauricio Macri, de todos modos, apuesta por lo bajo a una victoria en tres tramos. En el Frente de Todos hablan -cada vez más en voz más alta- de un triunfo en primera vuelta.
Durante la campaña el Presidente y Alberto Fernández lograron concentrar las expectativas y agudizaron un escenario de polarización. Ambos cerraron ayer sus campañas en dos distritos fundamentales, y esperan volcar de su lado a los indecisos.