Ayer, a propósito, él estaba especialmente activo y entusiasmado. Es que el 31 de marzo marca el aniversario del golpe militar de 1964, que instaló en Brasil una macabra dictadura que duró 21 años. Tanto Bolsonaro como los militares que lo rodean son firmísimos admiradores tanto del golpe como de lo que vino después.

A propósito de la larga noche que sofocó la democracia brasileña, Bolsonaro jamás dejó de elogiar a dictadores y torturadores. Hubo, es verdad, una única excepción: cierta vez, cuando no era más que un obscuro diputado nacional, Bolsonaro admitió que la tortura haya sido quizá una exageración innecesaria. Y añadió: “Mejor hubiera sido matar de una vez a unos treinta mil, a empezar por el expresidente Fernando Henrique Cardoso”.