El papa emérito cuestionó a su sucesor y consideró “indispensable” mantener el celibato de los sacerdotes.
El papa emérito Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, puso a la Iglesia al borde de una crisis que fomenta las amenazas de un cisma, al pedir a su sucesor, el papa Francisco, que no permita la ordenación de hombres casados en la Amazonia para afrontar la aguda escasez de clero. En el documento final del Sínodo sobre la inmensa región sudamericana, que abarca nueve países y 35 millones de habitantes, la asamblea votó por 128 votos a 41 en favor de esa medida histórica.
En un libro llamado “De lo más profundo de nuestros corazones”, el Papa emérito violó su promesa de mantener un riguroso silencio para no crearle problemas a su sucesor. Escribió el libro con el cardenal africano Robert Sarah, “ministro” del Papa en la Congregación de Culto Divino. Ambos afirman que “vivimos con tristeza y sufrimiento estos tiempos difíciles”.
Seis años después de su renuncia, el silencio y la voluntad expresada de no presionar a su sucesor Francisco vuelan en pedazos: Joseph Ratzinger actúa con este libro favoreciendo a la conspiradora oposición de ultraderecha que abiertamente busca la ruptura, el cisma si se puede, porque considera al argentino Jorge Bergoglio “un hereje”.
“Era nuestro preciso deber reclamar la verdad sobre el sacerdote católico, que puso en discusión la belleza de Italia. La Iglesia no es solamente una institución humana. Es un misterio. Es la esposa mística de Cristo. Es lo que nuestro celibato sacerdotal no deja de recordar al mundo. Es urgente, necesario, que todos, obispos, sacerdotes y laicos, no se dejen impresionar más por los malos consejeros, por la teatralidad puesta en escena por diabólicas mentiras, de los errores de moda que tratan de devaluar el celibato sacerdotal”.