En ese puzzle, Máximo Kirchner se encamina a presidir el bloque del Frente de Todos en Diputados, idea que empuja Sergio Massa y que allanó, el martes, Fernández cuando invitó a tomar un café a Agustín Rossi. “Eso se resuelve en el Congreso”, apunta Fernández.
Alberto convocó el santafesino, que conduce la bancada FpV-PJ, y lo instaló como futuro ministro de Defensa, un área que adquirió relevancia con el golpe de Estado en Bolivia, tras el ultimátum de las Fuerzas Armadas.
El tema militar, con el golpe boliviano, el rol en Chile y Ecuador, el juego político con Jair Bolsonaro en Brasil y la incursión electoral en Uruguay, adquirió una centralidad que hace un tiempo no tenía.
Fernández piensa en Rossi aunque desafía reglas íntimas con las que diseñó su gabinete: que no haya ex ministros, sobre todo de la era K, ni recurrir a legisladores.
Con Massa como jefe de la Cámara y Máximo diputado, dos figuras de vínculo sólido y fluido con Alberto, no sería una butaca cómoda presidir el bloque. Máximo parece dispuesto a dejar atrás el secretismo y el ropaje de monje que administra poder desde las sombras. Massa, con quien Kirchner opera en tándem, lo auspicia.
No aparecen, en el radar, casi variantes: Daniel Filmus o Cristina Alvarez Rodríguez, sugiere un conocedor de la interna panperonista, son posibles jefes en caso de que Máximo decida mantenerse replegado.
El formato de dos Kirchner visibles y con alto protagonismo político e institucional en el Congreso explica otro fenómeno: la presencia K en el gabinete de Alberto sería, al final, menor de lo supuesto.
Eduardo “Wado” De Pedro en Interior y Rossi en Defensa -el santafesino es peronista K pero no camporista- asoman como las expresiones de más peso, más allá de lugares menos duros como Cultura. O del PAMI, donde aparece Luana Volnovich.