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Policiales

“Ahora vuelvo”, el adiós para siempre de otra muerte absurda por la inseguridad

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Milagros Silva (21) salió a comprar una gaseosa con su novio y la atropellaron ladrones a los que perseguía la Policía, en Castelar.

Milagros Silva (21) salió de su casa y dijo “ahora vuelvo“. Tenía que tardar apenas diez minutos para comprar una gaseosa y regresar a cenar con su familia. “La esperamos, pero no volvió”, se lamenta su mamá, devastada por el dolor, porque ya no recibirá los besos de “Mili”, porque no conocerá al nieto que la joven llevaba en su vientre.

Milagros y su novio, Leandro Boracchia (23), quedaron en medio de una persecución policial que intentaba detener a una moto. Un patrullero había empezado a seguirlos en Morón cuando un joven advirtió que sus dos ocupantes estaban armados: al llegar al cruce de Pardo y Palmero embistieron a la pareja: ella -embarazada de tres meses- murió en el acto.

Fue alrededor de las 21 que decidieron salir. Para que estuvieran más seguros, Gastón -el padrastro de Milagros- les prestó su moto, porque la que solían usar tenía las luces rotas. Los despidió desde la ventana del primer piso de su casa de la calle Palmero al 2400, en Castelar.

No está clara, todavía, la secuencia de hechos que terminaron con la tragedia. Lo cierto es que un repartidor de una app de delivery alertó a un patrullero sobre tres motos que perseguían a otra. Además -advirtió- uno de los ocupantes estaba armado.

Gastón y Alejandra, padrastro y madre de Milagros Silva (21), respectivamente. Foto: Andrés D’Elia.

Gastón y Alejandra, padrastro y madre de Milagros Silva (21), respectivamente. Foto: Andrés D’Elia.

Entonces, personal policial irradió un alerta e inició una persecución que duró varios minutos, indicaron las fuentes.

“Hacía dos meses ya le habían robado la mochila, el teléfono, todo, acá a la vuelta. Uno cuando sale siempre está avisando, atento, porque hoy en día no hay seguridad para nada. Habían tardado mucho ya, yo sospechaba que pasaba algo. Cuando llamamos a la mamá de Leandro nos enteramos”, reconstruye Alejandra, en medio de los trámites para poder despedir a su hija.

Lo que ocurrió duró apenas unos segundos y, para los investigadores, todavía no está claro. Lo cierto es que Milagros y su novio quedaron en medio de esa persecución policial que nada tenía que ver con ellos.

La esquina de Pardo y Palmero, en Castelar. Foto: Andrés D’Elia.

La esquina de Pardo y Palmero, en Castelar. Foto: Andrés D’Elia.

Una de las versiones indica que el patrullero embistió a la moto para poder detener a sus ocupantes y que esa acción provocó un choque en cadena que derivó en el impacto contra Milagros y Leandro. Ambos volaron contra una camioneta estacionada y, al caer, la joven murió.

Fue Leandro quien tuvo que sacar la moto, que había quedado sobre el cuerpo de su novia y pelear con la Policía para que le permitieran asistirla porque los habían confundido con delincuentes. Estuvo tirada tres horas allí sin que llegara la ambulancia.

El joven ya fue dado de alta y está a la espera del resultado de la autopsia para poder dar el último adiós a su novia acompañando a su familia. “Estoy con golpes, pero estoy entero. Tengo raspones y dolores, nada grave. Sólo quiero despedirla, despedirla como ella se merece“, aseguró Leandro a Clarín.

Milagros Silva (21) murió al ser atropellada por ladrones en Castelar.

Milagros Silva (21) murió al ser atropellada por ladrones en Castelar.

Según pudo declarar, el joven que conducía la moto en la que viajaba Milagros no escuchó la sirena ni vio las luces del patrullero durante la persecución. Solo notaron lo que estaba ocurriendo a sus espaldas cuando sintieron el impacto y ya no podía hacer nada para evitar la colisión.

Es que es este punto el que no está claro. Los policías que habían participado de la persecución aseguran que tenían la sirena y las luces encendidas, pero los testigos no coinciden con esa versión.

“Quiero saber cómo fue, quiero saber si fue culpa de la Policía o de los delincuentes, pero quiero justicia. Hoy es mi hija, pero hay montón de gente en la calle que no sabe si va a volver. Fueron diez minutos y no volvió más”, cuestionó Alejandra ante los canales de televisión.

Después del impacto, la tragedia.

Después del impacto, la tragedia.

“Aún no está claro cómo o quién provocó el choque, ni si el patrullero venía o no con sirena y balizas. Se trata de una zona oscura donde no hay un domo que haya captado el momento del hecho, pero se ordenó un relevamiento de cámaras cercanas para internar obtener algún video que ayude a dilucidarlo”, confirmaron fuentes judiciales a Télam.

Según supo Clarín, el patrullero no tenía marcas -a simple vista- de impacto de un choque.

La investigación quedó en manos del fiscal Oscar Marcos, de la UFI N° 3 de Morón, que caratuló la causa como “encubrimiento, portación ilegal de armas y homicidio con dolo eventual“. El rodado en el que circulaban tenía pedido de secuestro por haber sido robado a mano armada en Vicente López.

Según indicaron los investigadores, los dos ocupantes de la moto fueron detenidos e identificados como Leonardo Díaz (27) y Martín Parada (19). El más chico, al momento del siniestro vial, tenía un revólver calibre .22 y terminó internado en el hospital Posadas. Este martes lo indagarán.

El dolor de la familia. Foto: Andrés D’Elia.

El dolor de la familia. Foto: Andrés D’Elia.

Díaz, por su parte, fue revisado en el lugar del hecho y después trasladado al Destacamento Castelar Sur. Poco después, confirmaron a Clarín, pidió ir al baño y se descompensó. Cuando lo trasladaron al hospital ya no había nada que hacer y murió.

Su fallecimiento derivó en una nueva causa que lleva la fiscalía N° 5 de Morón, a cargo de Marisa Monti, que ordenó las pericias a Gendarmería. Con el resultado de la autopsia intentarán determinar si murió a raíz de los golpes por el choque o si fue víctima de apremios ilegales bajo custodia de la Bonaerense.

Alejandra tiene dos hijas más. Una de 13 y otra de 4. “La más chiquita pregunta: ‘¿A qué hora viene Mili?’. Todavía no le contamos”, dice la mujer entre lágrimas.

El padrastro de Milagros, que lleva ocho años con su mujer, sostiene que la quería como una hija propia. “Era una reina, un amor”, describe, otra vez en medio del llanto por otra muerte absurda por la inseguridad en el Conurbano.

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