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A 36 años de la gesta en Malvinas, Las Heras Uspallata respira Historia

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El reclamo de la Soberanía Argentina sobre Malvinas, e islas del Atlántico Sur tiene 185 años de historia, y nuevamente nos plantea la necesidad de pensar y analizar nuestro pasado, en un tema que hasta hoy sigue generando polémicas y revela heridas que no terminan de cicatrizar.

Entendemos que el debate actual gira en la necesidad de tomar conciencia de cuál es la real historia en torno a la llamada “Cuestión Malvinas”  y que papel ocupa hoy en el concierto internacional.

Es importante recordar que desde 1833 cuando la fragata inglesa Clío toma las Islas, usurpando nuestro territorio, comenzaron los reclamos, y las acciones concretas. Vale recordar la decidida actuación del Gaucho Rivero y sus hombres que por esa época recuperaron Puerto Soledad y arriaron la bandera inglesa y luego izaron la argentina. Estos gauchos resistieron más de un año hasta que fueron abatidos por los ingleses el 14 de abril de 1834.

Desde ese momento resultaba claro que Gran Bretaña, una potencia naval con vastos intereses estratégicos,  no podía  permitir que un estado joven y casi anárquico ocupara esas lejanas tierras, que había disputado a España con tanto ahínco. Por lo tanto, aplicando una política de fuerza, ocupó aquel territorio considerado vital para su interés con la intención de nunca más devolverlo.

No debemos perder de vista que el dominio de los mares exige el control de puntos estratégicos (puertos, islas, canales), distribuidos por todo el mundo, como por ejemplo, el Canal de Suez, El Cabo, Gibraltar, Singapur y por supuesto las islas Malvinas que se constituía en la llave geoestratégica de los estrechos de Magallanes, Beagle y Pasajes de Drake y fundamentalmente pasaje obligado para el transporte marítimo en el Atlántico sur.

Tampoco debemos desconocer que las Islas tienen un gran valor económico, en 1982 ya existían trece informes científicos internacionales que establecían la importancia de la cuenca sedimentaria petrolífera, con una reserva estimada en algunos de esos informes en diez veces la del Mar del Norte. Se sumaban las reservas pesqueras de las cuales se explotaba menos de una cuarta parte, los nódulos poli metálicos y las 650.000 cabezas de ganado ovino.

Todo esto los argentinos lo teníamos claro, por ello se apoyó la gesta de recuperación de ese pedazo de nuestra tierra, la que tanto amamos, y no podíamos permitir que estuviera desmembrada. El suelo de nuestra patria, en la que están enterrados los huesos de nuestros padres es, por esa razón, sagrada. Muchos de nuestros soldados estaban acostumbrados a trabajar la tierra amada, a enterrar el arado y sacarle sus frutos. La tierra que nos alimenta fue dejada, en un momento, para ir a recuperar la hermana perdida.

Hoy es importante rescatar la acción, como en muchos episodios de nuestra historia, de la gente del campo, de productores y trabajadores rurales que como el gaucho Rivero pusieron su cuerpo y su alma en todas las guerras que tuvo nuestro país, desde la gesta Sanmartiniana hasta Malvinas.

En esta última vale resaltar que por lo menos un treinta por ciento del total de soldados que pelearon en Malvinas, eran trabajadores del campo o provenientes de familias ligadas al trabajo rural, según documentó el coronel Esteban Solís, jefe del departamento de Asuntos Civiles del Teatro de Operaciones Malvinas, en marzo de 1982.  Por su parte el periodista Roberto Garcia Lerena en su obra “Los peones de Malvinas” afirma: “Y es en este último conflicto bélico donde los peones soldados fueron componente central e irreemplazable de la guerra librada en las islas Malvinas en 1982, entre la Argentina y Gran Bretaña. Más de 3.000 soldados combatientes en Malvinas eran trabajadores rurales, o provenían de familias ligadas estrechamente al trabajo rural”

Y continúa García, “Provenientes en su totalidad de la Argentina profunda (de Misiones, Chaco, Formosa, Corrientes, Buenos Aires, Córdoba, Río Negro, Chubut y Santa Cruz, los peones-soldados protagonizaron actos de heroísmo y valor incomparables, reconocidos no sólo por Argentina, sino también por la misma Inglaterra. 

Sólo a modo de ejemplo: sostiene el mismo autor, el soldado argentino que recibió más condecoraciones por su valor en combate en ese conflicto, Oscar Ismael Poltronieri, era, y sigue siendo un trabajador rural oriundo de la provincia de Buenos Aires, actualmente radicado en Entre Ríos.

De la Argentina profunda, de los que están acostumbrados al sacrificio y la entrega salieron bravos soldados, Como dice el poeta… Y en el campo los hombres dejaban el arado, hoces y podaderas, los tachos de Vendimia, la siega de trigales y la Zafra para tomar las armas…Por amor a la tierra que se trabaja y nos alimenta…

Con el mismo amor con que ayer defendimos Malvinas hoy se plantea nuevamente ese “sentimiento profundo de los pueblos por la integridad de su territorio, como decía  José Hernández, y que la usurpación de un solo palmo de tierra inquiete su existencia futura, como si se nos arrebatara un pedazo de nuestra carne. La usurpación no sólo es el quebrantamiento de un derecho civil y político; es también la conculcación de una ley natural…. Los  pueblos necesitan del territorio con que han nacido a la vida política, como se necesita del aire para libre expansión de nuestros pulmones. Absorberle un pedazo de su territorio, es arrebatarle un derecho.”.

El pueblo argentino sigue clamando como hace  35 años la recuperación de las Islas Malvinas, por ello reivindicamos la actuación heroica de los hombres que dieron su vida por la defensa de la Soberanía Nacional , recordamos aquellos 649 argentinos que regaron con su sangre el suelo patrio. Hombres como nosotros de carne y hueso que vinieron de todas las latitudes, desde los húmedos llanos del Paraná hasta las imponentes laderas de los Andes.

Por la memoria de los caídos reivindicamos más que nunca la Soberanía argentina sobre las Islas Malvinas. Entendiendo que la mejor vía de reclamo es la pacífica y la diplomática. Y con don Atahualpa Yupanqui decimos:

Malvinas, tierra cautiva,
de un rubio tiempo pirata.
Patagonia te suspira.
Toda la Pampa te llama.
Seguirán las mil banderas
del mar, azules y blancas,
pero queremos ver una
sobre tus piedras, clavada.
Para llenarte de criollos.
Para curtirte la cara
hasta que logres el gesto
tradicional de la Patria

 

Ay, Hermanita perdida.

Hermanita, vuelve a casa…

 

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